El Desarrollo Regional o Territorial:

Ruptura o continuidad del modelo Neoliberal

12/12/2006
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Introducción

La década de los noventa: “francamente decepcionante”


Para muchos analistas el período de los años ochenta es considerado como la década perdida para Centroamérica.  Salvo Costa Rica, el resto de países vivieron años de profunda inestabilidad política y social.  La guerra civil se generalizó en El Salvador a partir de enero de 1980.  Dos años más tarde, la revolución nicaragüense sufrió la agresión norteamericana, mientras que en Guatemala el conflicto entre las fuerzas guerrilleras y el gobierno terminó hasta finales de los noventa.  Honduras, a mediados de la década de los ochenta, aplicó la doctrina de “seguridad nacional” y desarrolló uno de las estrategias represivas más sangrientos de su historia.

Una vez pasado el período álgido del enfrentamiento armado interno en la región, los organismos internacionales definieron la década de los noventa como un período adecuado para impulsar un nuevo modelo económico basado en: a) una redefinición del rol del Estado en la economía; ii) una alta prioridad a la estabilidad macroeconómica; iii) una mayor apertura de la economía al comercio internacional y a los flujos internacionales de capital privado y iv) un compromiso de combatir la pobreza con mayor eficiencia (Scott, 1994:2).  Con ritmos y profundidad diferenciados, los gobiernos centroamericanos se encaminaron a eliminar cualquier influencia del pensamiento desarrollista en la política pública[1].

Las nuevas medidas económicas, englobadas en el concepto de Ajuste Estructural, estaban dirigidas: a) eliminar restricciones al comercio; b) avanzar hacia la institucionalización de un sistema flexible de tipo de cambio; c) eliminar regulaciones y subsidios estatales; d) reducir la presencia del Estado en la actividad económica; e) liberalizar el mercado de trabajo vía reformas a los códigos del trabajo.  Con ellas se pretendía ordenar y estabilizar la economía, al tiempo que se propiciaban cambios en la estructura productiva con la perspectiva de aprovechar una serie de ventajas competitivas.

Para el caso guatemalteco, el acento se puso en la exportación de productos no tradicionales, principalmente de origen agropecuario, y en las exportaciones de productos de la industria maquiladora.  Así, para el fomento de las exportaciones agrícolas no tradicionales se pusieron en marcha programas de mini riego, se facilitó la creación de empresas comercializadoras para que éstas aprovecharan el libre acceso al mercado norteamericano bajo el programa de la Iniciativa de la Cuenca del Caribe y se crearon fondos sociales como instrumentos privilegiados para compensar los efectos “colaterales” del Ajuste.  Con relación a la maquila, a finales de los ochenta se promulgó una ley que concedió beneficios fiscales y arancelarios a este tipo de industria, así como a las empresas exportadoras localizadas en las zonas francas.

Los organismos internacionales y los gobiernos argumentaban que con tales medidas se alcanzaría un mayor crecimiento del PIB, mayor creación de empleo e ingreso y mayor equidad en su distribución, mejor capacidad de respuesta frente a los choques externos y mayor capacidad de atraer inversión privada y extranjera.

Sin embargo, al observar el desempeño de las economías latinoamericanas, algunos analistas empiezan a considerar la década de los noventa como “francamente decepcionante” (Moncayo, 2002:7).  Para el caso de Guatemala, durante el período 1990/2004 el promedio de crecimiento del PIB fue de 3.5%, comparado con un 5% en el período 1950/1980.  En el período 1980/2002 el total de pobres rurales en América Latina ascendió a 75 millones y casi 46 millones se consideraban indigentes.  Las tasas más elevadas de pobreza y de indigencia se presentan en Honduras (86.1%), Nicaragua (76.9%) y Guatemala (67.8%).

En síntesis, puede señalarse que el resultado regional de la aplicación de políticas neoliberales contribuyó a generar cambios en las economías y sociedades de Centroamérica, pero desde una perspectiva negativa, en tanto aumentaron la pobreza, la indigencia, la dependencia respecto a los flujos de la cooperación foránea y la deuda externa.

 I.  El enfoque de desarrollo regional o territorial: El contraste de visiones

Una de las razones fundamentales que motivó al Área de Estudios sobre el Campesinado de AVANCSO –AEC- a examinar el enfoque de desarrollo regional o territorial fue el haberse encontrado con la propuesta del Programa de desarrollo económico desde lo rural, elaborado por la Secretaría de Planificación del Gobierno de Guatemala en diciembre de 2005, que posteriormente fuera presentado al Banco Mundial y al Banco Interamericano de Desarrollo, y convertido en parte de la política pública del actual gobierno.

El programa está estructurado a partir del supuesto que a mayor participación en los mercados locales, nacionales e internacionales, mayor será la calidad de vida de los habitantes del campo.  Es un programa que sueña con enlazar productores y sus productos con empresarios y mercados.  Por ello, cerca del 75% de los recursos del proyecto[2] están destinados a inversiones físicas, ampliación de los servicios de telecomunicaciones, servicios financieros y acompañamiento exportador.  El programa eligió operar en 8 departamentos del país que concentran el 45% de los pobres y el 50% de los extremadamente pobres.  En un marco de competitividad, el propósito del programa es vincular a población que se encuentra en condición de pobreza, pero con potencial de vincularse a asociaciones productivas o con empresas rurales.

Hasta aquí, el programa no ofrece ninguna novedad pues, tal como se plantea arriba, la orientación hacia los mercados bajo un marco de competitividad, es la principal características del modelo económico imperante desde los años 90 en la región, pese al cada vez más fuerte cuestionamiento a su eficacia económica y social.  Ahora bien, lo novedoso del programa es que adopta el nuevo modelo de gestión pública basado en el enfoque territorial, en el que la desestatización disfrazada de descentralización y desconcentración, se perfila como el principal mecanismo para garantizar la efectividad y eficiencia, criterios básicos para alcanzar altos índices de competitividad.

Previo a analizar el documento en referencia, consideramos importante hacer una precisión, como punto de partida, sobre el territorio,[3] entendiéndolo como un espacio vital de un pueblo, una comunidad, una nación; que engloba su ámbito histórico, ideológico, simbólico y de reproducción material, social y cultural; que supera las reivindicaciones económicas y va más allá de las coyunturas políticas y sociales” (Camacho, 2003: 8 y 12).  Al adoptarse el término de territorialidad, se hace referencia a un sentido de pertenencia, no tanto de posesión como se establece desde la cultura occidental y desde las lógicas del capitalismo; sino de lucha por las relaciones sociales, políticas, culturales y económicas que se desarrollan en ese espacio social, que conllevan la recuperación de los diferentes sucesos históricos acontecidos en el mismo.

Partiendo de esa conceptualización, el citado documento de SEGEPLAN nos condujo a hacer una revisión de varios trabajos relacionados con el enfoque territorial[4], de los cuales Harvey y Bozzano ofrecen una perspectiva de análisis desde la geografía crítica, mientras que Escobar expone sus argumentos desde el enfoque del postestructuralismo.  Los tres autores se sitúan epistemológica y políticamente en un lugar opuesto a los consultores del BID, CEPAL y Banco Mundial.

Los consultores de los organismos internacionales, ofrecen una síntesis interpretativa de las distintas corrientes políticas y económicas que nutren el enfoque regional o territorial de desarrollo y precisan 8 criterios cuya aspiración es que sirvan de hoja de ruta para que se elaboren proyectos inspirados en el enfoque territorial y/o ajustar proyectos en marcha para que se aproximen a algunas de las condiciones del enfoque.  Este esfuerzo, teórico y práctico, tiene la pretensión deliberada de construir una Teoría de la Competitividad Regional (Schejtman y Berdegué) a partir de los aportes teóricos del desarrollo endógeno (Krugman), la acumulación flexible (Piore y Sabel), la competitividad (Porter) y la competitividad sistémica (Instituto Alemán de Desarrollo) y el enfoque del capital social (Putnam).  Tanto la iniciativa del El IICA (2005), como la de SEGEPLAN (2005), están fuertemente influenciadas por los trabajos de Schejtman y Moncayo.

Criterios Operativos Del Enfoque De Desarrollo Territorial Rural
 

1.  La transformación productiva y el desarrollo institucional se deben abordar de forma simultánea en los programas de Desarrollo Territorial Rural.

2.  Los programas de Desarrollo Territorial Rural deben operar con un concepto ampliado de lo rural.

3.  Para los programas de Desarrollo Territorial Rural, el territorio es un espacio con identidad y con un proyecto de desarrollo concertado socialmente.

4.  Los programas de Desarrollo Territorial rural deben considerar explícitamente la heterogeneidad entre territorios.

5.  Los programas de Desarrollo Territorial Rural deben convocar a la diversidad de agentes del territorio.

6.  Los programas de Desarrollo Territorial Rural deben considerar las combinaciones de distintas posibles rutas de salida de la pobreza.

7.  Los programas de Desarrollo Territorial Rural requieren una compleja arquitectura institucional.

8.  Los programas de Desarrollo Territorial Rural deben formularse y gestionarse con horizontes de mediano y largo plazo.

Fuente: Schejtman y Berdegué (2003).

Siguiendo el trabajo de Moncayo (2002)[5], hay indicios de la emergencia de un nuevo paradigma: el desarrollo (o la competitividad) territorial.  Los objetivos del enfoque regional o territorial son promover la innovación de productos, mejorar los procesos organizacionales y de mercados; mejorar la competitividad estructural de las economías abiertas, principalmente mediante la intervención en el lado de la oferta y la subordinación de la política social a las exigencias de flexibilidad del mercado de trabajo y la competitividad estructural.  La innovación, la competitividad y la flexibilidad son procesos cada vez más localizados, siendo entonces la principal preocupación cómo organizar la economía regional para hacerla más competitiva en la nueva economía mundial.

Desde el punto de vista político, los principales factores o procesos determinantes del nuevo paradigma serían la búsqueda de sinergia y complementariedad entre las políticas regionales y las políticas nacionales.  Por otra parte, el enfoque regional requiere de un Estado que se mueva hacia la desnacionalización y desestatización, abriendo un espacio significado para que la racionalidad empresarial lidere, en el campo de la política económica, los procesos de competitividad estructural y el impulso a la flexibilización y la competitividad en el campo de la política social.  Asimismo, busca eliminar los intentos de reivindicación de lo político y lo cultural que están asociados al territorio, impidiendo por un lado, la reconstitución del tejido social y por otro, la construcción de alternativas al desarrollo dominante, ya que el control social, político, económico y cultural será ejercido en exclusividad por las instituciones del mercado.

Desde la perspectiva económica, los factores o procesos determinantes del nuevo paradigma serían el crecimiento endógeno, los distritos industriales, las ventajas competitivas locales, el compromiso cívico local y la biorregión y ecorregión.  Como puede observarse, el enfoque de desarrollo regional se nutre de al menos cinco perspectivas teóricas:

a) El crecimiento endógeno es postulado por la Nueva Geografía Económica (NGE), liderada por Paul Krugman.  La NGE sostiene que el crecimiento regional responde a una lógica de causación circular, en la que los encadenamientos hacia atrás y hacia delante de las empresas conducen a una aglomeración de actividades que se autorefuerza progresivamente.  La NGE encuentra que la infraestructura, el conocimiento y el capital humano son los factores más determinantes del crecimiento territorial.

b) Acumulación flexible Los distritos industriales o el medio innovador es parte de la concepción del desarrollo localizado que se deriva de la acumulación flexible o posfordismo.  Esta perspectiva teórica argumenta que la producción en masa rígidamente estructurada, rasgo del sistema fordista, transitaría hacia un régimen basado en la especialización flexible, cuya forma espacial sería el distrito o sistema local de pequeñas empresas.  Entre los rasgos más sobresalientes de esta forma de organización están; la concentración de pequeñas y medianas empresas; fuertes redes de cooperación entre ellas; interrelación estrecha con la comunidad local y economías de aglomeración.  Esta forma flexible de producción ofrece la posibilidad de fabricar productos a la medida del cliente pero exige trabajadores calificados que aplican tecnologías y máquinas de propósito múltiple.

c) Competitividad Moncayo señala que el concepto de competitividad se ha convertido en una suerte de mantra que se invoca para múltiples efectos en la teoría y la práctica del desarrollo económico contemporáneo.  El Instituto Alemán de Desarrollo (IAD), con base en los trabajos de la OECD introduce el concepto de competitividad sistémica.  Según el IAD, la competitividad sistémica resulta combinando simultáneamente los niveles meta, nivel macro, nivel meso y el nivel micro.

Sinopsis de la competitividad sistémica según IAD
 

Niveles

Factores determinantes

Meta

Existencia de estructuras básicas de organización jurídica, política y económica.  Capacidad social de organización e integración.  Capacidad de los actores para la interacción estratégica.

Macro

Mercados eficientes de factores, bienes y capitales.

Meso

Políticas de apoyo sectorial y específicas, formación de estructuras y articulación de procesos de aprendizaje a nivel de la sociedad.

Micro

Las empresas buscan simultáneamente la eficiencia, calidad, flexibilidad y rapidez de reacción, en redes de colaboración mutua.

Fuente: Elaboración propia con base en Moncayo (2002).

A partir de una investigación en diez países de alto dinamismo en el comercio internacional y con un marco analítico interdisciplinario, Michael Porter, economista de la Universidad de Harvard, formuló cuatro determinantes denominadas “agrupamiento de sectores competitivos” que interactúan para garantizar el desarrollo de las naciones a través de las relaciones verticales (comprador/proveedor) u horizontales (clientes/tecnologías y/o canales comunes).

Sinopsis del diamante de Porter
 

Condiciones

Factores determinantes

Factores de producción

Factores básicos: Recursos naturales, clima, localización, fuerza laboral y capital, Factores avanzados: Comunicaciones, personal con educación superior, institutos de investigación y desarrollo.

Demanda

Tamaño del mercado interno.

Industrias relacionadas o de apoyo

Empresas proveedoras y usuarias, internacionalmente competitivas.

Micro - Macro

Estrategias de las empresas y marco regulatorio de la competencia interna.

Fuente: Elaboración propia con base en Moncayo (2002).

Además, Porter introdujo dos aspectos nuevos; los clusters (las empresas están vinculadas a través de relaciones horizontales) y las ventajas competitivas de regiones y ciudades.

En el plano nacional, para el Centro de Investigaciones Económicas y Nacionales y la AGEXPRONT (2004), la competitividad representa el criterio fundamental para la formulación de políticas públicas para el Impulso de las exportaciones y alcanzar mayor crecimiento económico.  En ese sentido, el esfuerzo consistiría en acondicionar todas las políticas macroeconómicas para hacer de Guatemala un país competitivo en términos de exportaciones.  En esta perspectiva, la competitividad es el resultado de desarrollar la fortaleza y eficiencia de la infraestructura productiva y técnica, así como los elementos que determinan el entorno económico, social e institucional en que se manifiestan.

d) El enfoque del neoinstitucionalismo y el capital social El principal argumento que subyace en este enfoque es que una sociedad fuerte genera una economía fuerte como un Estado fuerte.  El fundamento básico de este argumento se encuentra en la investigación de Robert Putnam sobre el desarrollo regional italiano, cuya finalidad era explicar por qué el proceso de descentralización iniciado en el decenio de los setenta produjo resultados dispares entre las regiones del norte y las del sur, siendo que en ambas se aplicaron los mismos cambios institucionales y legales.  Putnam encuentra que las diferencias encontradas radican en el impacto del compromiso cívico, entendido éste como el alto grado de identificación de los ciudadanos con los intereses de la comunidad en que viven.  Solidaridad, patriotismo, virtudes ciudadanas son conceptos centrales en este enfoque, que exaltan al individuo.

e) El enfoque biorregional
permite planificar y administrar la protección y el aprovechamiento del capital natural y la biodiversidad.  Se nutre del enfoque de desarrollo sostenible (uso y conservación de los recursos naturales), agrega la dimensión ecológica al concepto de endogeneidad del desarrollo.  Desde esta perspectiva, la sostenibilidad de un territorio estaría dada, por un lado, por la garantía de suministro de recursos naturales y del flujo de servicios ambientales esenciales para la supervivencia de la comunidad, y por el otro, por el adecuado aprovechamiento económico de dichos recursos.

La noción de biorregión ha sido desarrollada por el Instituto de Recursos Naturales, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente.  Se concibe como un territorio de agua y suelo cuyos límites son definidos por límites geográficos de comunidades humanas y sistemas ecológicos.  Tal área debe ser suficientemente amplia para mantener la integridad de las comunidades biológicas, hábitats y ecosistemas de la región; sostener procesos ecológicos esenciales, tales como los ciclos de nutrientes y residuos, migración y flujos; satisfacer los requerimientos del territorio para especies claves; e incluir las comunidades humanas en el manejo, uso y comprensión de los recursos biológicos.  Debe ser suficientemente pequeña para que los residentes locales la consideren su hogar.

Síntesis de las definiciones de desarrollo territorial/regional
 

Moncayo (2002)

Schejtman/Berdegué/BID

IICA (2005)

SEGEPLAN (2005)

 Carácter localizado de los procesos de acumulación, innovación y formación de capital (25)

Transformación productiva e institucional en un espacio rural determinado.  La transformación productiva tiene el propósito de articular competitiva y sustentablemente a la economía al territorio a mercados dinámicos.  El desarrollo institucional tiene los propósitos de estimular y facilitar la interacción y la concertación de los actores locales entre sí y entre ellos y los agentes externos relevantes (32/33)

Las cadenas agro-productivo-comerciales y los territorios rurales son los espacios más apropiados de políticas para la prosperidad rural.  Los territorios rurales son ámbitos geográficos con una historia propia y una base común de recursos naturales donde ocurre la actividad agrícola y se dan relaciones socioculturales, técnico-económicas y político-institucionales que vinculan a los actores entre sí con su ambiente natural, con otras actividades no agrícolas y núcleos urbanos (14)

Expresión de una multiplicidad de espacios, recursos, sociedades e instituciones

Fuente: Elaboración propia con base en Moncayo (2002), Schejtman, IICA (2005) y SEGEPLAN (2005).

II.  Elementos críticos

El enfoque de desarrollo regional se proclama como novedoso, capaz de superar los obstáculos teóricos y metodológicos tradicionales, púes éstos no aseguran una inserción exitosa en la globalización y combatir eficazmente la pobreza.  Ofrece la oportunidad de conectar pobreza, competitividad, descentralización, medio ambiente, empresarialidad, modernización del Estado (entendida como la reducción del papel de éste); la inserción de todos los segmentos poblacionales al mercado; y la reconceptualización de una identidad desde una perspectiva mercantilizada que se traduce en las llamadas “denominaciones de origen controladas”.

Los defensores de la perspectiva regional de desarrollo cuestionan los límites del enfoque clásico, pues éste ignora el carácter transformador del entorno físico que tiene la actividad económica.  Cuestionan el pensamiento keynesiano por su carácter centralista y políticas regionales enfocadas a re-localizar la actividad económica en función de asegurar el pleno empleo y generalizar las normas del consumo masivo (manejo de la demanda) a través de los derechos del bienestar.

Conciben lo territorial como un ámbito geográfico con una historia propia y una base común de recursos naturales donde ocurre la actividad agrícola y se dan relaciones socioculturales, técnico-económicas y político-institucionales que vinculan a actores sociales entre sí, con un ambiente natural, con otras actividades no agrícolas y núcleos urbanos (IICA, 2005:14)

En términos políticos, la perspectiva regional coloca en el centro del debate la consolidación del Estado empresarial, cuyo movimiento tendencial es hacia la desestatización que implica la asociación entre organizaciones gubernamentales y no gubernamentales para la planeación y promoción del desarrollo.  Como dice Moncayo (2002) es el Estado empresarial asociado con la iniciativa privada y la cívica, en diversas modalidades neocorporativas (Moncayo; 2002:28).

El enfoque de desarrollo territorial tiene la pretensión de convertirse en un cuerpo teórico especializado en la competitividad regional a partir de la aparente convergencia con los distintos enfoques que se presentaron.  Así, La teoría de la competitividad regional estaría integrando los enfoques de la competencia en el campo de las empresas y las vertientes de la ecología y de la geografía económica.  No obstante, en la aplicación práctica la pretensión holística se ve eclipsada o desdibujada

Continuidad y afianzamiento de la racionalidad capitalista

SEGEPLAN en alianza con el BID y el Banco Mundial, proponen convertir territorios poblados por indígenas y por población rural que desarrolla formas campesinas de organizar la producción en territorios capitalistas.  En este razonamiento, en cuanto más se está alejado del mercado, el estancamiento económico será mayor.  Concretar pactos sociales alrededor crear condiciones para atraer capitales y fortalecer vínculos competitivos con mercados dinámicos es la ecuación recomendada.  El enfoque regional convierte los lugares/espacios en el nuevo escenario para localizar los procesos de acumulación, innovación y formación de capital (Moncayo, 2002:25)

Como la apuesta es por profundizar y ampliar las relaciones capitalistas resulta necesario recordar la lógica del capital.  Siguiendo a Martínez-Tablas (2000:77-79) en el sistema económico capitalista es decisivo y trascendental crecer y producir riqueza, situación que obliga a reducir el valor de las mercancías, adaptarse con rapidez y flexibilidad a entornos cambiantes y violar todas aquellas reglas que impiden aumentar la ganancia.  En esta dinámica (reducción cuánto más mejor del valor de las mercancías, violación reglas e innovación) radica gran parte de la vitalidad del capitalismo y su capacidad para invadirlo todo, sometiéndolo a su lógica.  El sistema capitalista necesita al mercado, porque es allí en donde se materializa la ganancia, si las mercancías no se venden no hay manera de apropiarse del dinero.  Competitividad y mercado son elementos constitutivos del sistema capitalista.  El enfoque regional retoma y fortalece la lectura que propone Hayek del mercado como un orden espontáneo, capaz de aprovechar al máximo la dispersa información, aséptico y crucial mecanismo asignador de recursos, surgido por vía evolutiva sobre los cimientos de la propiedad plural, el intercambio, la competencia y el beneficio (Martínez González-Tablas;2000:69).

La riqueza que ofrecen estos territorios en términos de lógicas y prácticas sociales, políticas y ambientales no existe.  En caso de ser reconocidas, son interpretadas como obstáculos y clasificadas como “malas prácticas”.  Al examinar la composición de las inversiones del Programa desarrollo económico desde lo rural no se logra determinar que la economía campesina sea considerada como un lugar que puede ofrecer insumos importantes para mejorar las condiciones de vida digna de sus integrantes.  Más bien, éstas son objeto de transformación para que se vinculen de manera creciente en los mercados más dinámicos, propiciando especializaciones productivas, mediante agricultura por contrato, con importantes efectos en el medio ambiente.

Entre los principales aportes que puede ofrecer la economía campesina está su tendencia de organizar la economía y la producción de forma diversificada convirtiéndose en un mecanismo potencialmente idóneo para absorber parte del desempleo y subempleo estructural que caracteriza a la economía guatemalteca, no sólo en actividades agropecuarias sino también en otras actividades no agropecuarias.  la forma diversa y equilibrada.  Los estudios de caso realizados por AVANCSO ofrecen información para argumentar la posibilidad de impulsar el cambio tecnológico hacia la agroecología (agricultura con uso y conservación del patrimonio natural) porque, por un lado, muchas de estas unidades aún conservan conocimientos agronómicos tradicionales; y por otra, el contexto adverso y la escasez de recursos, actúan como factores que promueven el uso variado e integral de los distintos elementos que conforman el entorno natural.

El enfoque regional representa un paso adelante en el afianzamiento de la propuesta neoliberal, entendida ésta como el modelo de sociedad en donde el mercado asume el rol de variable independiente a las que deben ajustarse las otras variables que forman parte de la ecuación social.  (Pérez Baltodano, 2006:1).

Apertura y competitividad

No obstante que el enfoque regional se nutre de los aportes teóricos de Krugman, las críticas que éste autor ha realizado sobre la noción de competitividad se ha dejado al margen.  Krugman afirma que la obsesión con la competitividad no sólo es equivocada sino peligrosa, porque el crecimiento de un país depende exclusivamente de su productividad interna y ésta nada tiene que ver con la competitividad o la productividad relativa a otros países.  Krugman advierte sobre lo desacertado y peligroso que puede resultar diseñar políticas con base a la competitividad, pues sostiene que el libre juego de la fuerzas del mercado conducen inexorablemente a una intensificación de las desigualdades regionales.  Basado en estudios de varios países, han observado que en casi todas las latitudes un proceso de polarización.  Las disparidades están aumentando entre países, como al interior de los mismos.

Con relación al acento puesto en la apertura de la economía, Albert Fishlow, argumenta que el problema de las economías que se vuelven progresivamente más abiertas es que los beneficios marginales de la apertura disminuyen.  Agrega que cuando las exportaciones representan altas proporciones del ingreso nacional, los beneficios marginales dependen exclusivamente de la dinámica de los cambios de productividad en los sectores exportadores, no en las ganancias estáticas del comercio.  Esta situación a nivel macro, es aplicable a nivel del funcionamiento de las economías campesinas.

Con relación a la eficacia que pueda tener el enfoque regional o territorial para reducir la pobreza y desigualdad, al asignarle al mercado y la competitividad un papel determinante en el proceso de desarrollo, el enfoque regional está predestinado a prolongar el desempeño económico y social “francamente decepcionante” experimentado en la década de los noventa y será una ilusión la pretensión de construir un paradigma productivo que incorpore factores culturales, ecológicos y tecnoeconómicos.

La irreductibilidad del territorio

En el documento del IICA y de SEGEPLAN se hacen formulaciones sobre el territorio dado, definiéndolo como un ámbito geográfico con una historia propia y una base común, y sobre el territorio deseado, como expresión de una multiplicidad de espacios, recursos, sociedades e instituciones (SEGEPLAN, 2005:8).  Tanto desde la perspectiva política como económica, el territorio es definido a partir de generalidades y abstracciones.  Y se le concede un valor interpretativo que ni la mejor propuesta transdisciplinaria alcanzaría..  Según Bozzano una de las mayores dificultades que tienen los geógrafos al definir al territorio, es porque éste no es la naturaleza ni la sociedad, ni su articulación, sino que el territorio es la naturaleza, la sociedad y articulaciones juntas.  Dicho de otro modo, éste encierra una trama muy intrincada de arreglos sociales (legalidades), dimensiones de análisis (socioculturales, económicas, políticas, físico y naturales), niveles de análisis (supra, macro, meso, micro y puntuales), y propiedades (especialidad y temporalidad).  La particular combinación de especialidades permite reconocer la territorialidad.

En este sentido, el aporte de las ciencias sociales en este proceso es evitar que el territorio se banalice como categoría analítica (Coraggio, citado por Bozzano); como categoría política (Escobar); y como categoría identitaria.  En el primer caso, Coraggio aconseja que el estudio riguroso del espacio incluya un análisis de la categoría espacio en relación a los procesos naturales.  Aquí interesa analizar de qué forma esta categoría entra en los procesos sociales a través de la relación entre naturaleza y sociedad y analizar cuál es su relación con el espacio ideal de las geometrías.

En el segundo caso, Escobar propone nuevos debates alrededor de la conexión entre lugares y economía; propone hacer esfuerzos por afinar nuestras capacidades para entender todas las demás realidades (economías de subsistencia, economías de la biodiversidad, formas de resistencias del tercer mundo, cooperativas e iniciativas locales menores) y conferirles significación propia.  Escobar sugiere responder a preguntas como: ¿Cómo ver los no-capitalismos y cómo edificar imaginarios económicos alternativos? ¿Sabemos cómo mirar la realidad social de manera que podamos detectar elementos de diferencia no reducibles al capitalismo o de la modernidad, sino que pudieran servir como núcleos de la articulación de prácticas sociales y económicas alternativas?

En el tercer caso, es pertinente profundizar en el debate sobre lo que significa territorio y su conexión con la identidad, particularmente en nuestro país, en donde habitan diferentes pueblos.  Es importante destacar que la identidad no se puede reducir a su mercantilización, al asociarla casi en exclusividad a la dimensión económica y de competitividad, aspecto que subyace en el enfoque territorial.

- Eugenio Incer, Investigador del Área de Estudios sobre Campesinado.  Ponencia presentada en el X Congreso Centroamericano y I Congreso Nacional de Sociología.  Octubre 2006. (http://www.clacso.org.ar/avancso/Eugenio)

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[1] Según Kay, el desarrollismo le asignaba al Estado un rol crucial en el cambio económico, social y político.  Su ideología era antifeudal, antioligárquica, reformista y tecnocrática.  Proponía una estrategia de redistribución con crecimiento y cuestionaba los efectos perversos del capitalismo en la periferia, así como de las desigualdades resultantes de las reformas económicas (Kay: sin fecha: 10)
[2] El proyecto está financiado por el BID (30 millones de dólares) y el Banco Mundial (30 millones de dólares), con un aporte del Gobierno de la República de 8.9 millones de dólares.  El programa está organizado alrededor de los componentes de a) inversiones en encadenamientos productivos y; b) fortalecimiento de capacidades institucionales de gestión territorial para la competitividad (SEGEPLAN, 2005)
[3] del lat.  territorĭum
[4] Janvry, 2002; Kay; Moncayo; 2002; Schejtman y Berdegué; 2002, BID; 2003, IICA; 2005; Escobar; 1999; Harvey; 2004; Bozzano; 2004
[5] Esta sección ha sido elaborada principalmente a partir del trabajo Nuevos enfoques teóricos, evolución de las políticas regionales e impacto territorial de la globalización.

https://www.alainet.org/es/articulo/118662
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