Mientras el imperio parece desplomarse
Avanza indetenible
13/04/2008
- Opinión
“El problema de Estados Unidos es su excesivo consumo”
Joseph Stiglitz
Desde hace ya varias semanas, los indicadores del mercado internacional nos informan que por el Norte las cosas parecerían no estar muy bien que digamos. Internet, diarios internacionales, televisión y hasta medios privados venezolanos, muy tímidamente por cierto, nos hablan de hipotecas incumplibles, bolsas en franco descenso, bancos insolventes y negocios con pérdidas.
En paralelo ¡no faltaría más! muchos culpan exclusivamente a “los elevados precios del petróleo”, otros a las ayudas a “los pobres e insolventes que no pueden pagar sus viviendas” y hasta algunos alertan que, si allá hay pulmonía, aquí mínimo nos vá a dar una gripe muy fuerte. La globalización nos pide que salgamos ¡nuevamente! a salvar al rico que se quedó sin dinero para gastos comunes y otras banalidades.
¿Es una idea local? ¡Difícil de creer! Antes de impresa o voceada aquí, ya fue establecido el lineamiento a través de una conocidísima publicación semanal dirigida desde el mismísimo Rockefeller Center, en Manhattan. Sí, allá donde se firmó eso que quiso venezolanizarse con el nombre de “Pacto de Punto Fijo”.
Y para que no nos quede ninguna duda, el artículo se titula “¿Puede el mundo detener el resbalón?”. O sea: su crisis es la de todos. El mundo, que hasta hoy comenzaba en Nueva York y terminaba en Los Angeles, ahora parece que si cubriera seis continentes.
Entre propaganda a sus candidatos presidenciales, entrevistas a ganadoras de Grammy que imponen a sus cultores formas de vida personal más allá de la música, predicciones del Oscar, propagandas a todo color de productos no necesarios, información sobre el conflicto en tierra palestina, enésima justificación de la invasión a Irak y ¡por supuesto! la consecuente mención de Chávez (así como quien no quiere la cosa), le dicen a sus inversores que hay una inevitable verdad: Estados Unidos de Norteamérica, aún el máximo comercio mundial, parece estar en reales problemas económicos.
Según sus propias cifras, se frenó el consumo que mostraba un crecimiento continuo en las últimas dos décadas, tienen las menores ventas en lo que va de siglo y ya hay más de medio millón de nuevos desempleados.
Sus propios números señalan compras por $ 9.500.000.000.000 Más de 30.000 dólares por persona. Restando niños, indigentes, inactivos e impedidos, se eleva hasta 80.000 ¿No es muy alto ese promedio incluso en una sociedad de elevados ingresos? La respuesta es que, quien más compra allá, no es la persona natural, sino la jurídica. Una sociedad mercantil, donde menos de la octava parte es exportación al exterior, que vive de comerciar entre ellos mismos.
¿Y de dónde entonces ha provenido el sustento? ¡Desde el exterior! Son nuestras materias primas, las de los países subdesarrollados, quienes entre todos hemos aportado los alimentos, la materia prima y la energía para que ese 5% de los habitantes del planeta consuma hasta seis veces el promedio mundial. ¡Así cualquiera se desarrolla!
Pero resulta que ahora hay economías emergentes como China e India, países que han ratificado que los precios del petróleo no puede seguirlos fijando el comprador, exportadores de materia prima de creciente precio y gobiernos en el mundo que piensan primero en sus respectivos pueblos antes que en la firma de tratados fraudulentos.
Aún así, la pelea es dura, el rival muy poderoso y cuenta con recursos y personal en todas las latitudes, muchos de ellos sin siquiera darse cuenta de lo que repiten sólo porque lo vieron en TV o en la portada de un diario.
Y hay elementos que siguen atando a las economías, como los alimentos que se cultivan en algunas áreas y que se exportan como principal fuente de ingreso, mientras sus niños sacian el hambre con comida chatarra de pésimo valor nutritivo.
Pero no habrá globalización que arrastre a Venezuela en esa caída. ¡Nuestra economía seguirá creciendo!
Joseph Stiglitz
Desde hace ya varias semanas, los indicadores del mercado internacional nos informan que por el Norte las cosas parecerían no estar muy bien que digamos. Internet, diarios internacionales, televisión y hasta medios privados venezolanos, muy tímidamente por cierto, nos hablan de hipotecas incumplibles, bolsas en franco descenso, bancos insolventes y negocios con pérdidas.
En paralelo ¡no faltaría más! muchos culpan exclusivamente a “los elevados precios del petróleo”, otros a las ayudas a “los pobres e insolventes que no pueden pagar sus viviendas” y hasta algunos alertan que, si allá hay pulmonía, aquí mínimo nos vá a dar una gripe muy fuerte. La globalización nos pide que salgamos ¡nuevamente! a salvar al rico que se quedó sin dinero para gastos comunes y otras banalidades.
¿Es una idea local? ¡Difícil de creer! Antes de impresa o voceada aquí, ya fue establecido el lineamiento a través de una conocidísima publicación semanal dirigida desde el mismísimo Rockefeller Center, en Manhattan. Sí, allá donde se firmó eso que quiso venezolanizarse con el nombre de “Pacto de Punto Fijo”.
Y para que no nos quede ninguna duda, el artículo se titula “¿Puede el mundo detener el resbalón?”. O sea: su crisis es la de todos. El mundo, que hasta hoy comenzaba en Nueva York y terminaba en Los Angeles, ahora parece que si cubriera seis continentes.
Entre propaganda a sus candidatos presidenciales, entrevistas a ganadoras de Grammy que imponen a sus cultores formas de vida personal más allá de la música, predicciones del Oscar, propagandas a todo color de productos no necesarios, información sobre el conflicto en tierra palestina, enésima justificación de la invasión a Irak y ¡por supuesto! la consecuente mención de Chávez (así como quien no quiere la cosa), le dicen a sus inversores que hay una inevitable verdad: Estados Unidos de Norteamérica, aún el máximo comercio mundial, parece estar en reales problemas económicos.
Según sus propias cifras, se frenó el consumo que mostraba un crecimiento continuo en las últimas dos décadas, tienen las menores ventas en lo que va de siglo y ya hay más de medio millón de nuevos desempleados.
Sus propios números señalan compras por $ 9.500.000.000.000 Más de 30.000 dólares por persona. Restando niños, indigentes, inactivos e impedidos, se eleva hasta 80.000 ¿No es muy alto ese promedio incluso en una sociedad de elevados ingresos? La respuesta es que, quien más compra allá, no es la persona natural, sino la jurídica. Una sociedad mercantil, donde menos de la octava parte es exportación al exterior, que vive de comerciar entre ellos mismos.
¿Y de dónde entonces ha provenido el sustento? ¡Desde el exterior! Son nuestras materias primas, las de los países subdesarrollados, quienes entre todos hemos aportado los alimentos, la materia prima y la energía para que ese 5% de los habitantes del planeta consuma hasta seis veces el promedio mundial. ¡Así cualquiera se desarrolla!
Pero resulta que ahora hay economías emergentes como China e India, países que han ratificado que los precios del petróleo no puede seguirlos fijando el comprador, exportadores de materia prima de creciente precio y gobiernos en el mundo que piensan primero en sus respectivos pueblos antes que en la firma de tratados fraudulentos.
Aún así, la pelea es dura, el rival muy poderoso y cuenta con recursos y personal en todas las latitudes, muchos de ellos sin siquiera darse cuenta de lo que repiten sólo porque lo vieron en TV o en la portada de un diario.
Y hay elementos que siguen atando a las economías, como los alimentos que se cultivan en algunas áreas y que se exportan como principal fuente de ingreso, mientras sus niños sacian el hambre con comida chatarra de pésimo valor nutritivo.
Pero no habrá globalización que arrastre a Venezuela en esa caída. ¡Nuestra economía seguirá creciendo!
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