Contra el Bicentenario

30/08/2011
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I
 
He sostenido previa y públicamente que el Bicentenario es un operativo político-epistemológico neocolonial.
 
Las ideas y reflexiones que siguen pretenden demostrar que el Bicentenario significa el abandono de la tarea de llevar a cabo una deconstrucción de la Historia Oficial. La que nos han contado en la escuela colonial y capitalista de los siglos XIX, XX y principios del XXI, para así reconstruir colectivamente, desde su raíz más profunda, desde la diversa pluralidad de experiencias y voces de las que formamos parte, la historia del pueblo, no la historia monolítica de la oligarquía.
 
Este compromiso del proceso bolivariano, en cuanto a la deconstrucción de la historia oficial que nos contaron y siguen contando en el sistema educativo venezolano, fue asumido por el Presidente Chávez al inicio de su mandato en 1999, y consistió en colocar dos bombas de profundidad en el imaginario del pueblo: el 12 de octubre no sería más el Día de la Raza sino el Día de la Resistencia Indígena y José Antonio Páez, el prócer de la Independencia, habría sido el traidor histórico de Simón Bolívar, junto a Francisco de Paula Santander en la Nueva Granada y Juan José Flores en el Ecuador.
 
Lo que sostengo es que no sólo no se siguió en ese curso crítico de deconstrucción de la falacia con la que nos han venido y nos siguen engañando, sino que se retrocedió a posiciones verdaderamente ofensivas con el pasado, como inundar a Caracas con pendones de la Alcaldía del Municipio Libertador en los que, en alusión al 19 de abril de 1810, se leía "Doscientos años combatiendo imperios", haciendo que cualquiera se pudiera preguntar qué andaría haciendo Guaicaipuro en 1568, cuando Diego de Losada ordenó capturarlo vivo o muerto. Si no estaba combatiendo imperios ¿qué estaba haciendo, jugando metras? Pero si en verdad estaba combatiendo, al precio de su vida, al imperio español, ¿por qué el Bicentenario lo borra?
 
Esa subalternización, cuando no invisibilización, de todo lo anterior a 1810, es el autogol político-epistemológico más grave que se ha infligido el proceso bolivariano y, lo que para mí es más importante, que no es un autogol que pasó sino que está pasando, está operando, está envenenando la posibilidad de que entendamos de dónde venimos y para dónde debiéramos ir.
 
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