Primeras lecturas del Referendo Revocatorio

26/08/2004
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1.- El modo en el que todos los patrulleros y patrulleras, todas las Unidades de Batalla Electoral, han interpretado al Referendo Presidencial tan sólo como una fase, la más importante pero no la única, de la Batalla de Santa Inés, es la mejor medida del nivel de conciencia del pueblo venezolano.
 
En la mañana del jueves 19 de agosto, a cuatro días escasos de la excepcional jornada del domingo 15 de agosto, día histórico si los hay, una señora le decía al comunicador social Diógenes Carrillo, en su programa matinal “La lámpara de Diógenes” en Venezolana de Televisión, que los patrulleros y patrulleras de su sector estaban preparándose más y más para ahora, dentro de un mes, hacer gobernador de Miranda a Diosdado Cabello.
 
Con esa sencillez y esa claridad se definen las tareas prioritarias del momento y los asuntos que verdaderamente reclaman nuestra atención y cuidado. Eso que dijo esa señora es lo que importa, y no la pataleta malcriada de ese sector de la oposición que se siente expresado en los gritos destemplados de Enrique Mendoza o en las bravatas de Antonio Ledezma.
 
Tras diez días de clamar fraude por parte del CNE, y denunciar que fueron traicionados por parte de los observadores internacionales OEA y Centro Carter, el estamento político de la oposición venezolana comienza a hacer el reconocimiento más expreso posible que se puede hacer de un poder electoral, como lo es el lanzarse de cabeza a las elecciones regionales por éste convocadas, a la conservación de los espacios que se tienen y a la conquista de los que, de acuerdo a los números más transparentes y precisos a los que jamás en el pasado se tuvo acceso, puedan tener.
 
Efectivamente, “El Universal” correspondiente al miércoles 25 de agosto de 2004 nos trae la posición oficial de Acción Democrática, quien, anunciando que no dará forfait en las elecciones regionales, esto es, que participará decididamente en ellas, se deslinda en términos bastante agrios de quienes, al interior de la llamada Coordinadora Democrática, han planteado el imperativo ético de no ir a éstas, para no cohonestar el supuesto fraude del que se acusa al Referendo Revocatorio Presidencial.
 
Precisamente la conciencia que ellos tienen de que estamos frente al retrato político más exacto del país que habíamos tenido jamás, los lleva a proclamar su intención de preservar los espacios que tienen y siguen teniendo. Pero sería ridículamente infantil esperar que AD le hiciera reconocimientos florales al CNE. El único reconocimiento políticamente válido y significativo es ir o no ir a las elecciones. AD ya lo hizo, ¡y de qué modo! En su intervención, citado entre comillas por “El Universal”, entre otras cosas Henry Ramos Allup, Secretario General de AD, identificó a los que llaman a la abstención como “aventureros que no están renunciando a nada porque no representan a nadie.” En relación a la base electoral adeca expresó que “no darán forfait para dejar guindando a compatriotas que necesitan ser representados por sus dirigentes y no pueden ser dejados a la deriva en municipios y en gobernaciones.” Y concluyó: “¡Queremos participar con garantías y vamos a exigirlas!, pero no le vamos a hacer caso al discurso de los que quieren que nos declaremos en huelga para ellos pasar escurridos en el bulto. ¡Lo que pasa es que no se quieren contar!, lo que pasa es que les da miedo la consulta popular, que hay que asumirla aunque uno pierda. Lo que pasa es que en el fondo no son demócratas y andan jugando a la aventura por encima de los cauces constitucionales y legales (…) Tampoco nos podemos poner en el trance de exigir garantías imposibles para que nos digan No y ver justificado lo que quieren algunos, que es la no participación.”
 
Ese escardillazo no tiene desperdicio. AD reconoce la presencia de fuerzas políticas prestas a actuar con desapego a la Constitución Nacional y las leyes. Y dice de esas fuerzas que no se quieren contar no tanto porque queden derrotadas, como por el hecho de que se demuestre que tan sólo existen en los sets de los programas de televisión de los canales que las sustentan.
 
En la misma página de esa edición de “El Universal” un muy meditado y coreografiado Henrique Salas Römer, rompió un prolongado silencio para autoproclamarse “el catire Florentino” y explicar su estrategia. El máximo líder de Proyecto Venezuela dice que el Gobierno no ganó el Revocatorio, pero tampoco la oposición. ¡Ni Cantinflas! El tiempo que tardará en lanzarse a la campaña electoral se cuenta en minutos.
 
Campaña mata llantén, y si están tratando de desprestigiar al árbitro y sembrar la sombra de la duda en las más transparentes elecciones de nuestra historia es porque necesitan el clinch como todo boxeador que está knock-out, pero no se ha caído.
 
En la oposición harán todo tipo de ascos y desprecios y harán el teatro de ponerse “el pañuelo en la nariz”, pero, concientes como lo son de que nunca antes habíamos tenido un mapa político del país tan exacto y definido, acabarán por darle la cara a los casi cuatro millones de personas que quisieran saber qué van a hacer con esa fuerza, y que se preguntan quiénes son los que plantean que el 41% del electorado se bote a la basura. Como digo, faltan minutos para verlos a todos de cabeza en la campaña electoral estadal y municipal.
 
La tarea prioritaria del movimiento popular venezolano es maximizar las implicaciones del triunfo del NO en el Referendo Revocatorio, al interior de las elecciones estadales y municipales.
 
Consideremos dos aspectos de esta tarea: el político y el organizativo. En términos políticos debemos decir que si bien en el ámbito estadal las candidaturas chavistas son las que el Presidente Chávez ya ha señalado, en muchos ámbitos municipales las fuerzas del proceso bolivariano están tan divididas o más que las de la oposición.
 
Corremos el riesgo de perder muchas alcaldías por disgregación de votos chavistas entre las diversas candidaturas que estuvieron apoyando al NO, y, en este sentido, el Comando Maisanta debe tratar de proponer vías factibles de consensuar candidaturas municipales en todo el país. Debemos trabajar para que la información que el CNE ha puesto en manos de todos los venezolanos, con la delimitación que se desee, esto es, mesa por mesa, centro de votación por centro de votación, parroquia por parroquia, municipio por municipio y estado por estado, permita propiciar la unidad necesaria para dar, en el ámbito estadal y municipal, el salto que se dio en el país.
 
Desde el punto de vista organizativo es necesario organizar, y así lo propongo al Comando Maisanta, unas jornadas nacionales de balance de la primera fase de la Batalla de Santa Inés que permitan precisar los errores (que los hubo) para tratar de corregirlos, y fortalecer los aciertos, pero sobre todo para posibilitar que cada quien encuentre en su UBE la posibilidad de echar su cuento, de expresar su visión de las jornadas históricas que construimos juntos, de manera que podamos sistematizar la experiencia y volverla conocimiento.
 
2.- Como lo dijo el presidente Chávez en el programa “Aló Presidente” correspondiente al domingo 22 de agosto de 2004, el primer “Aló Presidente” tras las jornadas del Referendo, es muy probable que todavía no tengamos conciencia plena de lo que hicimos el 15 de agosto.
 
Si hemos defendido la necesidad de caracterizar a Venezuela en el contexto mundial y latinoamericano, empecemos por tratar de entender las repercusiones de nuestro NO en el mundo. Quiero transcribir aquí las expresiones del escritor y caricaturista brasileño Gilberto Maringoni, quien nos decía, palabra más, palabra menos, que si el Sí hubiese ganado, para nosotros los venezolanos no hubiera sido tan grave porque el mismo Chávez decía que le entregaba el poder al vice-presidente y se lanzaba de una vez a las elecciones; pero, en cambio, para América Latina habría significado perder la esperanza. Habría significado una excusa para que Lula escorara, aún más, a la derecha, habría sido un as en la baza de Bush para ganar eventualmente las elecciones en Estados Unidos, que es lo peor que puede pasarle al planeta Tierra. Y, sin embargo, el pueblo venezolano dijo NO, y se le puede decir a Lula que sin el apoyo del pueblo no se llega a ningún buen puerto, y el triunfo de Chávez en el Referendo Revocatorio es, pelo a pelo, la más grave derrota de la política exterior de George W. Bush en el hemisferio.
 
¿Qué es lo que está pasando en Venezuela para que los resultados del Referendo hayan sido esperados multitudinariamente en toda América Latina y seguidos muy de cerca en todo el mundo?
 
¿A quiénes les importa hoy en el mundo que la revolución bolivariana siga su curso? ¿Cuántos pueblos invocarán para sí el derecho a evaluar a sus gobernantes, así como en Venezuela?
 
Aquellas colas multitudinarias en las que durante horas los votantes del Sí y los votantes del No convivieron en sana paz, dieron lugar a la experiencia política con la cual Venezuela se erige en referente indiscutido de democracia.
 
El domingo 15 de agosto de 2004 se estrellaron contra la conciencia de casi seis millones de venezolanos cuatro años netos de campaña mediática para derribar al gobierno de Hugo Chávez Frías. La más pavorosa operación mediática jamás llevada a cabo para satanizar al proceso de cambios liderizados por Chávez, y someter a su Gobierno a un bombardeo sistemático de descalificación, tras la presentación de los resultados del CNE quedó balbuceando un fraude que desmentían a un tiempo el Centro Carter y la OEA del modo más contundente que es posible.
 
El pueblo bolivariano, con Chávez a la cabeza, ratificaba el rumbo tomado. Al contragolpe victorioso de abril de 2002, que restituyó a Chávez en el Gobierno tras haber sido derrocado, le siguió la victoria de la resistencia del pueblo contra el Golpe de Estado por sabotaje petrolero que durante dos meses, de diciembre 2002 a febrero de 2003, pretendió derrotarnos por asfixia. Con el sólido triunfo electoral en el Referendo Revocatorio Presidencial en agosto de 2004, el pueblo venezolano rubrica magistralmente cinco años de lucha por abrirnos un destino distinto al que nos había asignado el neoliberalismo, el capitalismo salvaje.
 
3.- Para el movimiento popular venezolano es necesario establecer las razones políticas que explican que la oposición, haciendo uso de su aparato mediático, haya tratado de rodear al Referendo con el halo del fraude. Son los mismos que pasaban comiquitas el sábado 13 de abril de 2002, mientras el pueblo venezolano reconquistaba su Constitución rodeando Miraflores. Jamás les ha preocupado la verdad, por lo que decir fraude es sólo un problema de repetirlo millones de veces hasta que impregne de mentira a la verdad verdadera.
 
Su ausencia en la auditoría posterior del proceso de Referendo Revocatorio practicada por el CNE a solicitud del Centro Carter y la OEA, y que contó con la presencia del Comando Maisanta, los delató. Esa auditoría no era cualquier cosa. Era sobre 150 centros de votación seleccionados aleatoriamente. Implicaba la supervisión de 400 máquinas de votar y abarcaba un universo de 160.000 votantes. Todos los procesos, la transmisión de los datos, el registro físico, o sea, las papeletas, los cuadernos de votación, las actas, en fin, todas las posibilidades de inspección serían realizadas y deberían concordar todos los datos. Al final, una solidísima Jennifer MacKoy, a nombre del Centro Carter en una declaración conjunta con la OEA, abundando en datos tan significativos comunicacionalmente como ese de advertir que los observadores internacionales “habían dormido con las cajas”, informó a Venezuela y el mundo que los resultados de la auditoría habían ratificado y consolidado el dictamen del CNE.
 
Si la llamada Coordinadora Democrática cumpliera la palabra dicha y repetida antes del Referendo, según la cual acataría los resultados que avalaran el Centro Carter y la OEA, no tendría otra alternativa que reconocer el triunfo del Presidente Chávez anunciado por el CNE; pero la llamada Coordinadora Democrática está apunto de perder el chivo y el mecate, y en esas circunstancias no tiene compromisos éticos que respetar.
 
La paradójica realidad es que los números del CNE, mesa por mesa, centro por centro, parroquia por parroquia, municipio por municipio, estado por estado y finalmente el país entero, son el más milimétrico, puntilloso y detallista retrato de la realidad socio-política nacional que hemos tenido. Que sólo leyendo bien ese mapa nos confrontaremos con el problema concreto de que el proceso de cambios que quiere hacer el 60% de la población venezolana no puede ser contra sino con buena parte de ese 40 % restante del electorado; y que para andar ese camino es perentorio construir los espacios de participación democrática que faltan, como los Consejos Comunales que instruyen a los Consejos Locales de Planificación Pública y consolidar los que existen como los Comités de Tierra Urbanos, las Mesas Técnicas y los Consejos Comunitarios de Agua entre otros.
 
Tras la tarea inmediata de ganar el máximo posible de gobernaciones y alcaldías, la siguiente tarea que se impone es una lectura de los números que no sólo nos cuentan, sino que además nos explican. Para el movimiento popular venezolano que impulsa el proceso bolivariano, esa lectura no puede ser un ejercicio numérico superficial, sino que tiene que confrontarnos con los complejos problemas de la construcción del consenso social necesario para avanzar como país, y el permanente procesamiento democrático del disenso.

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