El PGC 2013
28/10/2012
- Opinión
“El Gobierno sólo está en capacidad de gastar los recursos que consiga en términos fiscales y de deuda pública dentro del marco fiscal”.
Juan Carlos Echeverri
El Congreso de la República acaba de aprobar el Presupuesto del Gobierno Central (PGC) para la vigencia correspondiente al 2013, el cual fue aforado en la suma de $185.5 billones, un 12.2% mayor que el de 2012 ($165.4 billones). Este es el primer presupuesto que se aprueba luego de expedido el Acto legislativo 03 de 2011 que introdujo en la constitución el “criterio de la sostenibilidad fiscal” y la Ley 1473 de 2011mediante la cual se estableció la Regla Fiscal, que es como una camisa de fuerza para cuerdos que le impone restricciones al gasto público y un techo a través del Marco Fiscal de Mediano Plazo (MFMP, Ley 819 de 2003). Además, al Gobierno le va a tocar manejar dos presupuestos, el PGC y el presupuesto del Sistema General de Regalías (SGR), que a diferencia del anterior es bianual, el cual asciende a los $17.7 billones.
En la exposición de motivos del Ministerio de Hacienda se asume que el crecimiento del PIB para el año entrante del 4.8% promedio anual, por encima del crecimiento potencial estimado en 4.5%.El Gobierno insiste en que alcanzará la meta de crecimiento del PIB 4.8% para este año y que se sostendrá el mismo ritmo de crecimiento el próximo año, contra viento y marea. No obstante en la reciente Cumbre de Tokio, en donde se dieron cita el FMI, el Banco Mundial, los gerentes de los bancos centrales y los ministros de Hacienda de todo el orbe, se encendieron todas las alarmas. La recesión de la economía de la Unión Europea (UE), la lenta recuperación de la economía estadounidense, ad portas del “precipicio fiscal” que la puede precipitar a otra recesión, sumada a la desaceleración de la economía china, plantean un panorama demasiado sombrío. Ello llevó al FMI a revisar nuevamente a la baja sus previsiones de crecimiento de la economía global situándolo este año en un anémico 3.3% y del 3.6% para el próximo. Y para Latinoamérica el nuevo pronóstico del FMI es de un crecimiento del PIB del 3.2% para el 2012 y 4% para el 2013. En el caso particular de Colombia bajó su previsión del 4.7% al 4.3%.
Mucho se ha especulado sobre el supuesto “blindaje” de la economía colombiana, pero el comportamiento de sus principales variables en lo que va corrido del año muestran que no es inmune a los avatares de la economía global y que estos están impactando y de qué manera la producción y las exportaciones. Bien dijo el ex presidente de EEUU John F Kennedy, que “cuando la marea está alta, esta eleva todos los botes” y es lo que le ha venido ocurriendo a Colombia y en general a Latinoamérica en la última década merced al boom minero-energético; pero, cuando la marea baja se puede constatar que “quienes tienen mástiles más altos han sido elevados mucho más y muchos de los botes más pequeños han sido destrozados por el agua”. Y todo indica que estamos en presencia de la destorcida de los precios de las materias primas y la demanda por estas se contrae. De este modo, aquellos países que como Colombia dependen en tan alta proporción de las exportaciones de materias primas están empezando a sentir sus efectos y ello explica en gran medida la desaceleración que viene acusando la economía colombiana desde el último trimestre del año anterior.
El Gobierno ha hecho mucho alarde de los beneficios que le reportará al país la entrada en vigencia del TLC con EEUU, al cual le atribuye un punto más de crecimiento del PIB y la generación de 500 mil empleos adicionales en 5 años. Según el Ministro de Comercio, el crecimiento de las exportaciones colombianas a los EEUU entre mayo, cuando entró en vigencia el Tratado y agosto crecieron 18%, lo que según él confirma sus previsiones. Pero resulta que el año pasado las exportaciones colombianas a los EEUU crecieron un 29.6% (¡!), sin TLC, muy superior al 18% con TLC. Cabe, entonces, preguntarse, qué celebra el Ministro. Pero, al margen este Tratado y de los demás que se han venido negociando a la topa tolondra, lo cierto es que en el mes de agosto de este año las exportaciones totales cayeron el 7.6%, mientras las importaciones totales crecieron el 8.6%. En consecuencia, por tercer mes consecutivo la Balanza comercial del país sigue cayendo, con lo cual se acentúa el crónico déficit de la Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos en 2013.
Si a ello añadimos el hecho que la producción industrial registra una caída del 1.9% en el mes de agosto, en contraste con el crecimiento del 9.9% en el mismo mes de 2011, hay motivos para preocuparse. Sobretodo si tenemos en cuenta que esta recaída se da después de un ligero repunte en junio y julio, después de un trimestre en baja entre marzo y mayo. En lo corrido del año el avance de la actividad fabril en el país ha sido de un lánguido 0.7%, entre tanto el sector minero-energético que ha venido jalonando el crecimiento de la economía ha empezado a perder fuerza e impulso. Estas razones nos llevan a ser pesimistas sobre la posibilidad de que pueda alcanzarse la meta de crecimiento contemplada por el Gobierno tanto para este año como para el entrante. De ello se sigue que los ingresos corrientes de la Nación y de las entidades territoriales se van a ver resentidas, habida cuenta que los mismos guardan una estrecha relación con la dinámica del crecimiento de la economía. Los recaudos del año anterior con un crecimiento del 5.9% alcanzaron un récord de $85 billones y se espera que este año alcance los $100 billones con un crecimiento del 4.8%, de modo que si este no se logra asaz difícil será alcanzar dicho objetivo. Y hay que tener en cuenta que el efecto en los ingresos públicos tiene un rezago de un año, de modo que la desaceleración de la economía en 2011 se traducirá en menores ingresos en el año venidero, lo cual puede significar un desfinanciamiento del PGC.
De otra parte, se parte de la base que la producción de petróleo el año entrante será del orden de 1´060.000 barriles diarios promedio y un precio de $101 el barril. Esta es una apuesta muy arriesgada dada las limitaciones de las reservas con las que se cuenta y es contradictorio con la afirmación de que “sabemos que la reducción del precio internacional del petróleo tendrá efectos sobre los ingresos públicos”. Es bien sabido que Colombia en los últimos años no ha podido dar con un hallazgo con reservas de alguna consideración y que la mayor parte de la producción proviene de campos maduros, gracias a la recuperación secundaria y terciaria. Razón suficiente para dudar que dicha meta se pueda alcanzar y lo que es más importante sostener en el tiempo. A ello se viene n a sumar las limitaciones en materia de transporte y almacenamiento de crudos.
En cuanto a la proyección del precio, si nos atenemos al más reciente Informe de la Agencia Internacional de Energía (AIE) el año entrante el precio del crudo estará por debajo de los US $90 el barril. Además, de subir el precio del crudo por encima de esta previsión, ello le acarrearía al gobierno mayores erogaciones por concepto de subsidio a los precios de los combustibles (reconocimiento del “diferencial de precios de los combustibles”), dada la rigidez de la fórmula para fijarlos por parte del Gobierno, amén de lo que dejará de recibir por concepto de la rebaja en los impuestos a los combustibles prevista en el proyecto de reforma tributaria en curso. Así las cosas y en la medida que los ingresos que recibe el Gobierno tanto por concepto de impuestos por la producción petrolera como de dividendos que le gira ECOPETROL, si no se cumple con los pronósticos de producción y precio de petróleo, esta puede ser otra fuente de desfinanciamiento del PGC.
Finalmente, vale la pena acotar que si se dan todas las previsiones del Gobierno, este alcanzará su meta fijada para el 2013 es de un déficit consolidado de – 1% y para el GNC de – 2.2%. Es decir, persisten los déficits gemelos, el déficit fiscal de – 2.2% y el déficit en cuenta corriente de la balanza de pagos que puede llegar al - 3%. Ahora bien, según el gobierno la entrada en vigencia del TLC con EEUU le representará al gobierno ingresos adicionales del orden del 0.7%, pero según ANIF “se ha estimado que, cuando quiera que entre a regir el TLC con los EEUU, ello representara un sacrificio fiscal del orden de los $645.000 millones en el primer año, cifra equivalente al 0.2% del PIB, según las propias cifras del MFMP presentado (!Oh paradoja!) en el año 2006"[1].
A este hueco fiscal hay que añadir el que se crea con el comienzo del desmonte del impuesto a las transacciones (4 x 1.000). Este análisis nos lleva a concluir que el Gobierno al proponerlo y el Congreso de la República al aprobarlo están abocando al país a las dificultades que se pueden derivar el año entrante de un PGN inflado, en donde se sobreestiman los ingresos y se subestiman las erogaciones. El riesgo de que ello ocurra es tanto mayor dadas las inflexibilidades que caracterizan al estatuto Orgánico del Presupuesto y las restricciones que impone la Regla Fiscal.
- Amylkar D. Acosta M. es Miembro de Número de la ACCE
Semanario Virtual Caja de HerramientasN° 00326, Corporación Viva la Ciudadanía, Semana del 26 de Octubre al 1º de Noviembre de 2012, Bogotá D. C.. www.viva.org.co
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