La Doctrina de la Guerra Permanente
03/02/2003
- Opinión
Escribir este artículo ha sido un proceso parecido a armar un rompecabezas.
Analizando diversos temas de la retórica del presidente Bush, fue posible,
al fin, encontrar un punto común que lleva a sostener la tesis de que las
guerras que realizará Estados Unidos en un futuro próximo se encuadran
dentro de una lógica que es, a su vez, el eje doctrinal que lleva a
entender la política internacional estadounidense de nuestro tiempo.
La doctrina de la guerra permanente comenzó a cristalizar el famoso 11 de
Septiembre. Pero en el discurso de Bush del 20 de septiembre de 200l no
apareció de un modo manifiesto, aunque sí, y recién podemos descubrirlo, de
un modo latente. En ese discurso, intentó Bush cumplir la obligación de
configurar al enemigo al cual declaraba la guerra. Se trataba, según Bush
–y, evidentemente, en ese punto no se equivocaba– de una fracción
islamista, a la que diferencia de todo el Islam, a la que considera una
cultura y una religión esencialmente pacífica. Como dijo, de modo
desacostumbradamente preciso, Bush: "Los terroristas son traidores a su
propia fe, tratando, en realidad, de secuestrar todo el islamismo. El
enemigo de América no son nuestros numerosos amigos musulmanes. Nuestro
enemigo es una red radical de terroristas y cada gobierno que la respalda".
Esa fracción islamista y no islámica, ha declarado la guerra a las
libertades políticas que imperan en Occidente, y por tanto a EEUU como
nación que las simboliza de modo más explícito. Bush respondió con una
declaración de guerra a esa organización primero, y a todo el terrorismo
internacional después. No lo dijo Bush, pero se subentiende que la guerra
estaba dedicada a las fracciones terroristas islamistas, porque una
declaración de guerra a otro tipo de terroristas, como a la ETA de España,
o a la IRA de Irlanda, o a las FARC de Colombia, habría estado fuera de
todo lugar.
A los Estados que protegen a terroristas, Bush también amenazó, aunque no
les declaró (todavía) la guerra, entre otras cosas, porque el mismo Bush
contabilizó nada menos que a sesenta países en donde hay terroristas; y
declarar la guerra de una vez por todas a sesenta Estados no era
políticamente lo más aconsejable.
En cualquier caso, en su discurso del 20 de septiembre del 2001 Bush se
apresuró a marcar la línea: en esa guerra se está con nosotros, o contra
nosotros. En cierta medida tenía razón. Porque los terroristas no son un
partido político con el cual se puede estar en algunos puntos de acuerdo y
otros en desacuerdo, sino que se trata de organizaciones que ponen al
adversario en el extremo límite no de la política sino que de la guerra: o
te mato, o me matas; o ambas cosas a la vez. Es decir, Bush aceptó, y no
podía elegir otro camino, la lógica ultimatista del terrorismo
internacional.
En ese discurso, Bush no hizo mención a los Estados terroristas, con lo que
dejó abierta la posibilidad para calificar en el futuro con esa dominación
a los Estados que EEUU estimara conveniente; de ahí que la sospecha
relativa a que la ambigüedad del discurso era intencional, no es infundada.
No obstante, donde no había ambigüedad, era en el propósito inmediato.
Atacar a Al Quaida en su lugar preferente de refugio, en Afaganistán, donde
Bin Laden estaba a punto de realizar su utopía: la del Reino de Dios. En
ese proyecto, Bush no podía sino ser apoyado por la mayoría de las naciones
democráticas del planeta; la coalición más grande y poderosa que haya sido
formada en todo el curso de la historia que conocemos.
No obstante, esas mismas naciones democráticas que habían apoyado sin
condiciones a EEUU en la guerra contra aquel terrorismo internacional que
se guarecía en las montañas afganas bajo el imperio de la teocracia
islamista talibana, fueron sorprendidas poco después cuando Bush dibujó en
el esquema bélico del futuro un "eje del mal" representado por tres
naciones: Irak, Irán y Corea del Norte. La mayoría de los estadistas
europeos se tomaron entonces la cabeza: ¿No nos había dicho Bush de que se
trataba sólo de una guerra en contra del terrorismo internacional? ¿Qué
tienen que ver Irák e Irán con el terrorismo de Bin Laden? Y sobre todo
¿qué tiene que ver en ese juego Corea del Norte? ¿Se ha vuelto loco Bush?
Quizás en ese momento (julio del 2002), la propia administración
norteamericana no era totalmente consciente de la nueva estrategia que se
estaba dibujando en sus mentes, antes aún del 11 de septiembre. Así se
explica que Bush y los suyos hayan realizado denodados intentos para
demostrar al mundo supuestas implicaciones entre la dictadura de Saddam
Hussein y Al Quaida, las que evidentemente no existían. Particularmente
penoso fue el esfuerzo de Tony Blair al intentar presentar un supuesto
dossier secreto en donde "se probaba" la estrecha relación que existía
entre Bin Laden y Hussein, y que sólo contenía informaciones que habían
aparecido en todos los periódicos internacionales.
Tres Fases
Antes de que la doctrina de la guerra permanente tomara formas definitivas,
es posible reconocer diversas fases en el discurso político- internacional
del gobierno estadounidense: las dos primeras fases ya han sido
mencionadas. En la primera, Bush detectó al enemigo inmediato: el
terrorismo internacional. En la segunda, cuando definió al "eje del mal",
Bush trató de precisar a los enemigos mediatos de su país, seleccionando a
Irak, Irán y Corea del Norte. La tercera fase es muy importante. En ella
desarrolló Bush una nueva teoría, a la que muchos observadores confundieron
superficialmente con una nueva doctrina: la de la guerra preventiva. Pero
la guerra preventiva es sólo una teoría en el marco de aquella nueva
doctrina que Bush todavía no sabía, no podía, o no quería, precisar: la de
la guerra permanente. Pero al mismo tiempo que una teoría, la guerra
preventiva es una condición de la doctrina de la guerra permanente,
condición que en términos sencillos se puede expresar de acuerdo con la
siguiente premisa: todo Estado que amenace con sus armas a Estados Unidos o
simplemente a la hegemonía militar de EEUU en el mundo, debe ser, lo más
pronto posible, desarmado por EEUU. Dicha premisa tomó recién forma
doctrinaria en el discurso de Bush ante la Cámara de Representantes del
Congreso el 5 de febrero del 2003, cuando en relación a Saddam Hussein,
dijo: "No podemos permitir a un dictador brutal, con un historial de
temerarias agresiones, dominar una región vital y amenazar a Estados
Unidos"
Para que se entienda bien: no se trata de que EEUU se haya embarcado en una
política de desarme mundial; se trata, sí, y ningún miembro del gobierno
estadounidense lo oculta, de desarmar a sus enemigos más inmediatos. Y uno
de sus enemigos más inmediatos, es la dictadura de Sadamm Hussein, a la que
EEUU declara abiertamente su propósito de derribar desde fuera, y si es
necesario con bombas. A decir verdad, hace años que está intentando
derrocar al dictador. Bush "senior" no avanzó hasta Bagdad pensando quizás
que el pueblo iraquí se desharía de su dictador, como ha ocurrido en tantos
países. Pero la dictadura de Hussein no trepida en asesinar a cualquier
opositor. La otra alternativa era que los Estados nada amables que cercan
a Irak, particularmente Siria, Irán y Turquía, provocarían desde fuera la
caída de la dictadura. Tampoco eso ha sido posible. Incluso, la política
del boicot económico levantada por los propios EEUU ha fracasado. De este
modo, la única alternativa que encuentra EEUU dentro de su propia lógica
para deshacerse de ese enemigo inmediato, es la guerra. Pero, otra vez,
para que se entienda bien: no es que EEUU quiera derribar a todas las
dictaduras del mundo. El gobierno de EEUU nunca va a actuar por
humanitarismo o algo parecido, como ningún gobierno del mundo lo ha hecho
ni lo hará jamás. Lo que sí intenta EEUU –y desde el punto de vista de la
seguridad nacional norteamericana (remarco: sólo desde ese punto), nadie
podría decir que Bush procede de modo equivocado– es liquidar a uno de sus
enemigos más declarados, antes aún de que éste llegue a armarse más
todavía, pues, aquello que basta a EEUU, y éste es el nudo de teoría de la
guerra preventiva, es el propósito de armarse.
La guerra preventiva
La teoría de la guerra preventiva la expuso Bush en su discurso del 7 de
octubre de 1202 –justo un año después de que fueran iniciados los ataques a
Afganistán– del siguiente modo:
"En vista del evidente peligro no podemos esperar una prueba definitiva,
por así decirlo, aquel "Colt humeante" que puede adquirir la forma de un
hongo atómico. El Presidente Kennedy dijo en octubre de 1962 "Ni los
Estados Unidos de América, ni los países de la comunidad mundial pueden
tolerar los engaños premeditados ni las amenazas ofensivas de cualquiera
nación, sea esta grande o pequeña". El dijo: "Desde hace ya mucho tiempo
no vivimos en un mundo en el cual sólo el disparo de las armas representa
una suficiente amenaza, y significa así un peligro máximo".
Luego, agregó Bush estas palabras claves en relación a Irak que no son sólo
válidas para Irak sino que para todos los Estados que signifiquen o puedan
significar una amenaza no sólo actual sino que potencial para EEUU; el
centro, al fin, de la "doctrina de la guerra permanente":
El conocimiento de las amenazas de nuestro tiempo, los perversos propósitos
y las maniobras de engaño del régimen iraquí, dan a todos la razón para
suponer lo peor, y nosotros tenemos la urgencia inmediata de impedir que lo
peor suceda"
No obstante, pese a la declaración abierta de la teoría de la guerra
preventiva, Bush no había logrado, o todavía no quería, separar la guerra
que preparaba contra Irak, de la guerra que había declarado un año atrás en
contra del terrorismo internacional. La razón de esa no separación, hay
que encontrarla en el propósito todavía no alcanzado, de lograr la
legitimación de la ONU, o por lo menos de realizar la guerra contra Irak de
acuerdo, sino a acciones, por lo menos de acuerdo a resoluciones
multilaterales. Particularmente algunos gobiernos europeos se negaban a
incluir dentro del mismo proyecto: "guerra contra el terrorismo", la
"guerra contra Irak". La estrategia del gobierno Bush como la de sus
predecesores, es privilegiar el multilateralismo en las conflagraciones
internacionales, pues, de acuerdo a la fórmula de Kissinger: equilibrio y
legitimidad son los dos pilares de la política exterior norteamericana. La
novedad que introducirá Bush es que si no existe la legitimidad, el
equilibrio deberá ser buscado sin ella, o lo que es lo mismo, si fracasan
las relaciones multilaterales, EEUU deberá privilegiar el unilateralismo,
pues no todos los enemigos de EEUU deben ser necesariamente enemigos de los
demás países representados en la UNO; y viceversa también.
La nueva fórmula, la de la guerra permanente, será: tanto multilateralismo
como sea posible, tanto unilateralismo como sea necesario. Eso quiere
decir, que EEUU se arroga el derecho a no atar sus manos, por lo menos en
lo que se refiere a sus procedimientos militares, a resoluciones ni a
mandatos internacionales. Con ello se quiere decir además: los intereses
de EEUU no son siempre los mismos que los de los demás países democráticos
del mundo. Si coincidimos con otras naciones –era el mensaje cifrado de
Bush–; tanto mejor. Si no es así; lástima. Y para que no hubieran dudas,
Bush descifró su mensaje el 5 de febrero del 2003 cuando con inusitada
claridad expuso: "Todos los países libres tienen una responsabilidad
Algunos la han asumido y otros no, pero el rumbo que tome nuestro país no
tiene que ver con la decisión de otros". Y agregó: "Haremos consultas,
pero que no haya ningún malentendido: tomaremos cualquiera acción que sea
necesaria para defender la libertad y la seguridad del pueblo de Estados
Unidos".
Dos guerras
EEUU se ha decidido, finalmente, hacer dos guerras; y al mismo tiempo.
Una, basada en un acuerdo multilateral: la guerra contra el terrorismo
internacional. La otra, contra los Estados que EEUU detecta como enemigos
principales y, por lo tanto, se encuentran en condiciones de ser alineados
en torno "al eje del mal". Esas dos guerras constituyen por el momento,
las principales vías de "la guerra permanente". Las dos guerras, que en el
papel aparecen conceptualmente separadas, se interferirán mutuamente en el
futuro inmediato. La guerra contra Irak provocará reacciones entre los
grupos terroristas islamistas, y la persecución de estos últimos llevará a
nuevas conflagraciones entre EEUU y otros Estados árabes, e incluso, no
árabes. Eso significa que hay que prepararse para vivir en un mundo en
guerras, desde aquí hasta un plazo ilimitado. El "fin de todas las
guerras", bello postulado de Kant, ha sido relegada por la "doctrina de la
guerra permanente" hacia un futuro indeterminado, es decir, después de las
esperanzas de paz mundial que surgieron tras la caída del imperio
soviético, la "paz eterna" kantiana ha recobrado su significado utópico (o
futurista), habiendo perdido casi totalmente su significado político (o
inmediato).
No obstante, la doctrina de "la guerra permanente" no es en sí
completamente nueva; lo nuevo es el formato explícito que poco a poco fue
tomando en los discursos de Bush. No fue en consecuencia, sólo para
neutralizar algunas voces críticas que provenían del Partido Demócrata la
razón que llevó a Bush en octubre del 2002 a citar las opiniones de
Kennedy, en el marco determinado por la crisis de los misiles, el año 1962,
crisis que estuvo a punto de terminar con la historia de la humanidad. Más
bien, el propósito de Bush fue establecer una continuidad con el pasado
histórico de su nación, continuidad que se expresaba, aún antes de la
Guerra Fría, en el manifiesto objetivo de no ceder un centímetro de
hegemonía mundial a ningún país del mundo, ni soportar ninguna amenaza que
pusiera en juego la integridad de la nación norteamericana. Precisamente
esta postura o propósito limitó la expansión soviética hacia Occidente, lo
que implicaba, naturalmente, reservar un espacio de operaciones para la
URSS, hecho que llevó a EEUU a des-solidarizarse con los movimientos
democráticos que surgían en los países comunistas europeos en contra de la
Unión Soviética.
Lo concreto es que EEUU como cualquier Estado de la tierra ha privilegiado
en primer lugar sus intereses, y el primero de ellos es el de su propia
integridad como nación. Las dificultades surgen no de este propósito, sino
del hecho de que EEUU tiene todos los medios para defender esos intereses;
y lo hace. Bush, por su parte, ha acentuado el carácter preventivo en
dicha defensa, y su política ofensiva hacia los Estados por los cuales se
siente real o imaginariamente amenazado. Eso quiere decir: el sujeto de
las acciones militares de EEUU no hay que buscarlo en una ideología, o en
alguna misión mística, sino que en el simple, lógico y pragmático proyecto,
de preservar las posiciones que ocupa en el escenario mundial, eliminando,
sin contemplaciones, a todo aquel Estado que las cuestione, o los haga
peligrar, aunque sólo sea simbólicamente. Todo esto independientemente a
las alocuciones misionarias de Bush cuando por ejemplo en una declaración
al Washington Post (27.09 2001) afirmaba: We have found our mission, como
si la función de un presidente fuera la de andar buscando "misiones", o las
"misiones" se encontraran en espera de que las encuentre algún Presidente.
El sujeto de los EEUU son los EEUU; eso no hay que olvidarlo nunca. La
política internacional de ese país es esencialmente autoreferente, como es
la política internacional de todos los Estados del planeta.
De ahí que no hay ninguna congruencia cuando se afirma que EEUU pretende
jugar el rol de "policía mundial". Un policía, siempre trabaja por encargo
de otros, en este caso, de otro Estado, o de una asociación de Estados.
Pero éste no es el caso de los EEUU. Cuando los gobernantes
estadounidenses han recabado la solidaridad internacional, o cuando han
actuado por encargo de la UNO, ha ocurrido simplemente porque siempre es
mejor para cualquier Estado actuar con legitimidad internacional que sin
ella. Pero como hemos visto, EEUU no trepida en jugar la carta unilateral,
si es que no tiene la multilateral a mano.
Los enemigos
Ahora bien, para averiguar quienes son los enemigos declarados de EEUU
basta comprobar qué es lo que estos enemigos tienen en común. Veamos,
antes que nada, quienes son: Irak, Irán, Corea del Norte.
Lo que tienen en común esos tres países es lo siguiente. Los tres están
gobernados por grupos que declaran abiertamente su enemistad a EEUU. Los
tres, son regidos por dictaduras. Los tres se encuentran en vías de
poseer, o ya poseen, armas de destrucción masiva, sean éstas químicas o
atómicas. Eso quiere decir que para ostentar el extraño privilegio de ser
seleccionado entre los representantes del "eje del mal", se requiere, al
menos, cumplir con esos tres requisitos. Hay países que tienen sólo uno, o
dos, de estos requisitos (Lybia, Cuba). Eso no es suficiente; hay que
poseer los tres para entrar en la línea de fuego; y al parecer, fuera de
esos tres países que eligió Bush, no hay muchos más. Esos son, en el
lenguaje semipolítico de Bush, los Estados más "canallas" de todos.
Al situarse en una perspectiva permanente de guerra, EEUU seguirá siendo
odiado por y en muchas naciones. Ese es su destino. Al haberse
constituido en la nación económica y militarmente más poderosa de toda la
historia de la humanidad, EEUU no puede ser sino un imperio, aunque no haga
valer sus atributos imperiales mediante anexiones territoriales como fue el
caso de todos los imperios anteriores y de los propios EEUU en su momento
fundacional, algo que los mexicanos, sólo para poner un ejemplo, nunca
olvidarán. Es cierto que cada nación es en sí un micro-imperio, y casi
todas se formaron sobre la ruina de pueblos y culturas originarias. Pero
ninguna llegó a alcanzar el lugar hegemónico que hoy ocupa EEUU. Eso
significa que, haga la política que haga, EEUU, sólo porque existe, seguirá
concentrando en su torno tensiones, conflictos y odios, tanto de otros
Estados, como de grupos sociales, culturales y religiosos desplazados
constantemente por los procesos de modernización que dimanan, casi todos,
desde el interior de EEUU. Ya para nadie es un misterio que globalización
significa en gran parte norteamericanización, en un mundo que antes de la
globalización ya estaba norteamericanizándose a pasos acelerados. Por lo
tanto, el antiamericanismo seguirá siendo una de las ideologías preferidas
del período global, independientemente a que esa ideología sea
alternadamente representada por grupos de izquierda, o de derecha, o
simplemente, por fanáticos religiosos.
La "doctrina de la guerra permanente" corresponde en gran parte a la
condición de potencia mundial que ocupa EEUU. La verdad, siempre EEUU ha
vivido en un estado de guerra permanente en un mundo que jamás ha conocido
la paz pues, como dijo una vez el historiador británico Michael Horward:
"La guerra es la norma. La paz es sólo una invención"
La Guerra Fría, no congeló las guerras, sino que las reprodujo
intermitentemente, reproducción que era a a su vez el precio que el mundo
hubo de pagar para que las dos grandes potencias militares no se
enfrentaran entre sí. Después del fin del comunismo, EEUU continúa siendo
hostilizado desde diversos flancos, y por lo mismo, respondiendo con
agresiones militares a las agresiones potenciales y reales de las que ha
sido, es, y será objeto. La guerra permanente ya ha pasado incluso de sus
fases defensivas hasta alcanzar el estadio más peligroso de todos: el
preventivo. Ello llevará, sin duda a ampliar el radio de acción de
hostilidades hacia EEUU, país que tendrá que contar con un largo período en
el cual deberá enfrentar a dos enemigos que incluso podrían, en un plazo
relativamente corto, llegar a vincularse entre sí. Por un lado, los
terroristas, particularmente los islamistas, organizados en células extra-
e intra-nacionales, al interior incluso de las propias naciones aliadas de
EEUU; y más todavía, al interior de los propios EEUU. Por otro lado,
regímenes dictatoriales y/o totalitarios declaradamente antiestadounidenses
en posesión o en vías de poseer armas de destrucción masiva. Es decir,
quiera o no quiera, EEUU deberá seguir viviendo en guerra. Ese es el
tributo que diariamente deberá pagar por su increíble poderío. Eso
significa, que la pregunta de Bush a la cual el mismo dio sólo una
respuesta parcial ¿Por qué nos odian? deberá seguir siendo planteada a los
ciudadanos estadounidenses; y quién sabe por cuántas generaciones más.
https://www.alainet.org/es/articulo/106879
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