La migración como fenómeno económico

02/05/2006
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Coincidimos con varios investigadores, que la migración es un fenómeno económico. La gente que está pasando necesidades no sale de sus lugares de origen porque quiere conocer otras tierras, otras formas de vida, aunque esas razones existen particularmente en los jóvenes, no obstante, la razón central de la migración está relacionada con razones de subsistencia, de pobreza, de miseria, de falta de empleo, de discriminación, de ausencia de servicios, etcétera. En realidad, la causa de la migración no es conocer otras tierras, sino la pobreza. Los seres humanos tienen el instinto de huir de la pobreza. En este sentido, el periodista e investigador español Miguel Pedrero, en su libro "Corrupción, Las cloacas del poder" escribe: "Las potencias coloniales llevaron el caos a África y de este modo ha continuado hasta la actualidad. Pretendemos aprovecharnos de las riquezas de los africanos, condenándolos a la más absoluta miseria, pero eso sí, de ningún modo queremos que pongan sus pies en nuestros países. Lo tenemos crudo, ya ha comenzado la ‘invasión’. No valen leyes, ni medidas policiales, ni grandes muros". En este escrito Miguel Pedrero se refiere al fenómeno migratorio de los africanos hacía territorio europeo, especialmente España, pero, también en estas palabras nos reflejamos los latinoamericanos ya que coinciden plenamente con la invasión de hace 500 años con la llegada de Colón y sus tropas, con espada al cinto y fusil al hombro, a saquear las riquezas de los indígenas, sometiéndolos a la miseria, esa miseria que todavía asola Centroamérica y Suramérica en pleno siglo XXI. En la actualidad, la raíz de estas calamidades está en el afán de las grandes potencias y de algunas transnacionales, en complicidad con algunos "entrega patria", por hacerse con los ricos recursos naturales de nuestras regiones. Pedrero, añade: "Nuestros nietos se apellidarán Mudawi, Kabumba o Hassem. Y esto, con todos los problemas culturales, sanitarios y sociales que acarreará, es imparable. Nos lo tenemos merecido, ya es hora de que probemos un poco de nuestra propia medicina. Nos están "colonizando" de forma pacífica…", afirma. La migración es básicamente un fenómeno económico porque sus causas son económicas, sus secuelas son económicas. Por otra parte, creemos que la migración tiende a ser una política laboral porque cada hombre o mujer que emigra va en busca de mejores condiciones de vida a través de un empleo mejor remunerado, en relación al de su país de origen, pero que sobretodo beneficia al país receptor, porque obtiene mano de obra capacitada y barata. Cabe señalar que en los países de destino funciona el "culpómetro", este indica que el inmigrante "viene a robarnos el empleo" y en la mayoría de casos lo señalan con "luz roja", sea: indio, blanco o negro, de todos modos no es bienvenido porque según el dedo índice del país destino, "esta masa laboral llegan dispuestos a trabajar el doble a cambio de la mitad de salario". El pánico aparece en los países receptores, el pánico a la pérdida del empleo es uno de los miedos más poderosos entre todos los miedos que nos gobiernan en estos tiempos del miedo, y el inmigrante está situado siempre a mano a la hora de acusar a los responsables del desempleo, la caída del salario, la inseguridad pública, del abuso de los servicios sociales, de no cumplir con las reglas de convivencia social en la comunidad y otras temibles desgracias, que los gobiernos de esos países no quieren asumirlas. Los que llegan, o intentan llegar, desde el sur al norte, no llevan ninguna espada al cinto ni fusil al hombro, como aquellos protagonistas de las aventuras coloniales del siglo XV. Vienen de países que han sido exprimidos, explotados. Son personas que viajan con poco equipaje, o acaso, con la ropa puesta y no llegan con la intención de conquistar ni dominar a nadie, llegan a buscar algún trabajo o empleo para vivir con dignidad y ayudar a sus familiares. También debemos expresar que un grupo significativo de personas que emigran, luego de encontrar empleo, a costa de muchos sacrificios, deben desempeñarse en un oficio que no corresponde a su preparación profesional. Jamás perjudican un cerebro o dos brazos con ganas de trabajar. Existe el fuego del trabajador inmigrante. Por supuesto, para los países receptores es más conveniente acoger a un ingeniero industrial, a un neurocirujano que a un chofer o un peón agrícola, pero todos son un buen 'negocio' para la nación receptora. Este recurso humano desvalorizado y desperdiciado lo asume tanto el país de destino como el país de origen, además de la propia persona, situación que puede cambiarse evitando las normas restrictivas a las y los migrantes, proponiendo políticas migratorias más humanas y justas. No buscar una solución inteligente para abrirles espacio a los inmigrantes, más que un castigo a los violadores de las leyes, es una absurda medida contra el propio pueblo del país receptor. Las pérdidas para el país de origen son considerables y difíciles de recuperar. Los que migran suelen pertenecer a la población económicamente activa y en origen se quedan sus dependientes inactivos: los menores y los viejos. Los países receptores reciben un trabajador sin haber incurrido en ninguno de los costos que implicó su crecimiento y, generalmente, su formación. Es decir, el país de origen asume los costos fundamentales, tales como salud, educación, infraestructura y el país de destino se aprovecha de los resultados ¡Lo que no quieren ver!... Contrariamente al "culpómetro" y al pánico, podemos señalar, por ejemplo, en España gracias a los inmigrantes -la mayoría ecuatorianos, colombianos, argentinos, dominicanos, rumanos y marroquíes- el número de personas que contribuyen al seguro social ha aumentado sustancialmente en beneficio de una población que envejece peligrosamente sin aportar suficientes reemplazos a la fuerza laboral. Esa presencia de masa laboral, lejos de disminuir los salarios reales de los trabajadores o de aumentar el número de españoles desempleados, ha provocado el efecto contrario: más transacciones comerciales, más capital creado y acumulado, más empresas medianas y pequeñas, más ofertas de trabajo. Mientras en la Unión Europea la tasa de desempleo se sitúa muy cerca del 10%, en Madrid es del 5%. Se podría afirmar que los países en desarrollo están hipotecando su futuro en la medida en que la salida de parte de su capital humano tiene como contraparte el pago por mano de obra…Cruda realidad. - Eduardo Zambrano Cabanilla es investigador social
https://www.alainet.org/es/articulo/115054
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