Compran barato, pero venden carísimo

Los venezolanos no vamos a pagarles su crisis

17/11/2008
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“¡Parecen locos!”
Joselo

Hace dos meses Maglene me regaló un dispositivo portátil de almacenamiento de datos (esos que llaman “pendrive”). Lo adquirió por BsF 75. La semana pasada vió uno similar, con las mismas características, calidad y capacidad, ¡pero costaba 110!. Ese incremento, más del 40% en siete semanas (300% de inflación anual), es totalmente contrario a lo sucedido, en el mismo período, con los precios del petróleo.

Mientras el pendrive subía de 75 a 110, el crudo bajaba de más de 110 a menos de 75. ¿Cómo es la cosa?. Por allá caen los precios de las materias primas, las hipotecas, las viviendas, las acciones, los computadores, los automóviles, la línea blanca y el petróleo; pero ¡aquí sube todo!. La crisis … ¿No era mundial? ¿Nó y que el petróleo tenía que bajar porque “no hay liquidez para realizar adquisiciones de ningún tipo”?.

Parecería que la oferta y la demanda, esas curvas que suelen definir los precios en un entorno de libre competencia, se olvidaron totalmente de Venezuela. Empresarios y medios de comunicación privados se quejan de la situación económica, pero los precios de lo que ofrecen nunca bajan. En Venezuela no existen las rebajas, ni siquiera las virtuales.

Aunque quizás no sea sólo aquí, porque, leyendo a Alberto Sígales, me encuentro con esta reflexión suya: “Mientras haya actividad económica habrá ‘oferta’, habrá ‘demanda’, y habrá ‘mercado’. Pero estos no serán libres mientras el hombre no sea libre”.

Vivienda y hábitat

Quienes comercian tierras, casas y apartamentos siguen la misma dudosa costumbre. Como resultado directo de la crisis especulativa financiera, los inmuebles bajan de precio prácticamente en todos los países del mundo, especialmente en los más desarrollados. En aquellas latitudes, constantemente se leen ofertas. Nunca sucede en Venezuela. Aquí los precios de las viviendas suben y suben y suben.

Y para convencernos de sus cifras nos dicen: “el mercado fijó el precio”; pero ya sabemos que tales valores derivan de compras ficticias (entre ellos mismos) y publicaciones gratuitas a todo color, repartidas en puntos estratégicos, donde “corroboran” que el mercado inmobiliario “está sólido”: curioso procedimiento para decirnos que, aunque ahora cobraremos igual que antes, el apartamento nos costará muchísimo más.

Para ratificarlo, me enseñan (en el mismo costoso folleto) que. en un país cercano, ese inmueble tiene un costo aún mayor ¡y en dólares!.

El verdadero precio

Si discuto y comparo con épocas pretéritas, me vienen con el cuento ese de las diferencias entre los sueldos de antes y ahora. Totalmente falso, porque el dinero es sólo una compensación por mi trabajo equivalente a los bienes y servicios que recibiré a cambio de mi esfuerzo.

Recién graduado me compré un automóvil nuevo; me costó seis veces mi sueldo mensual. Hoy, para adquirir un automóvil equivalente a aquél, un profesional recién egresado de la misma casa de estudio en la misma carrera, que consiga un empleo similar en una empresa del mismo tipo, tiene que trabajar 15 sueldos para poder adquirirlo.

Almuerzos de lujo

En los restaurants de exclusiva carta de vinos, reconocido chef uniformado y “valet parking” para camionetotas, donde en cada mesa disponen de equivalentes superiores a un salario mínimo, suelen exclamar con vehemencia: “la situación económica del país está muy mala”.

¿Como sería si estuviera muy buena?. ¿Qué degustarían esa tarde?. ¿Hasta dónde llegarían las cuentas de almuerzos?. Y en cuanto a las conversaciones, ¿Creerán de verdad que, en el negadísimo supuesto de un relevo del primer piloto, ellos estarían mejor?. Y… más aún ¿Estarán realmente convencidos de que, en tal caso, serían invitados a la mesa del “nuevo señor”?

Por todo lo anterior insistimos: lo importante no es el precio en dólares de nuestros hidrocarburos, sino lo que a cambio de ellos recibiremos en saberes, bienes y servicios.

https://www.alainet.org/es/articulo/130885
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