La paz no es un negocio próspero

19/10/2012
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"De las lunas, la de Octubre es más hermosa..."
 
¿Más allá de la revolución pasiva?
 
“El acto constitutivo no tiene nunca una dimensión vertical ni totalitaria. Los elementos activos son, más bien, resistencia y deseo, un impulso ético y una pasión constructiva, una articulación del sentido de la insuficiencia de la existencia y una profunda vigorosa reacción a una insoportable ausencia del ser. Antonio Negri, El poder constituyente. Ensayo sobre las alternativas de la modernidad.[1]
 
Ya llegaron los equipos negociadores, 10X10, o casi todos, a Oslo, el miércoles 17 de septiembre en la otoñal Oslo. Se comentó que estuvieron reunidos en forma reservada, lejos de la prensa y de los curiosos de ocasión, a una media de la ciudad en el Hotel Hurdal, para acordar cómo presentarán el jueves, en el escenario público glocal, el anuncio, por separado, de qué harán con la paz y la guerra colombianas, mientras esperan que nosotros seamos sus espectadores, su sumisa audiencia.
 
Por una parte, la guerrilla de las Farc-Ep tiene a Luciano Marín, Iván Márquez como su campeón, y de la otra orilla está Humberto de la Calle Lombana, por el gobierno rodeado de yuppies encantados por la religión neoliberal. Cada uno de los voceros tiene experiencia política en la democracia “liberal”; y también en el aquelarre del congreso colombiano.
 
Uno fue representante en los a la vez  aciagos y promisorios tiempos de la UP, cuyo sangriento haber contabiliza 7.000 víctimas; y el otro siendo el diligente coequipero de César Gaviria en el armazón de la Asamblea Constitucional de 1990-91. Este fue ejercicio, en los términos de Antonio Gramsci, a veinte años visto, resultó ser a la postre una revolución pasiva, una reforma liberal ayuna de multitudes. Puro postre sin el plato principal, que aplazó la promesa de conseguir que “la igualdad sea real y efectiva” como está escrito en el artículo 13 de la Constitución vigente.
 
Digo que la asamblea elegida en diciembre de 1990 fue” constitucional”, esto es, poder constituido, aunque pudo ser Poder constituyente, porque así lo avaló la CSJ en su momento. Pero hubo luego la encerrona partidista que concluyó con la componenda entre las principales fuerzas representadas por los delegados escogidos con una raquítica votación que no alcanzó a contabilizar el 30 porciento de los potenciales electores.
 
Pero no ocurrió así, en vez de democracia hubo liberalismo. Fue un ejercicio de minorías, en la medida en que se omitió su refrendación por el pueblo en función constituyente, como por ejemplo sí ocurrió en la vecina Venezuela donde la Constitución de la República Bolivariana de 15 de diciembre de 1999. Así lo recuerda en su Preámbulo, “en ejercicio de su poder originario representado por la Asamblea Nacional Constituyente mediante el voto libre y en referendo democrático, decreta…”[2]
 
Aquí, en Colombia fue el congreso, el llamado equivocadamente "constituyente secundario" el que legitimó lo pactado entonces. Lo cual no resultó, a la postre, después de 20 años, ser un pacto de paz, como por ejemplo, lo sugería el texto que preparó John Dugas con investigadores de Ciencia Política de los Andes. Por el contrario, resultó ser, a la romana "una preparación para la guerra".
 
Lo nuevo y lo viejo
 
Al inicio de las conversaciones en Oslo, el 18 de octubre, la UP conmemora el día nacional del genocidio, que lleva contabilizadas 7.000 víctimas.
 
Después del dantesco trayecto padecido con el régimen para-presidencial de la fementida "seguridad" democrática,[3] el imaginario del bloque dominante mutó hacia la "prosperidad" democrática, donde los balances del capital financiero muestran a las claras cómo se continua beneficiando a un estrecho puñado de potentados, a la vez que se amenaza en vano a los terratenientes.
 
Mientras que el otro extremo de la prosperidad especulativa y extorsiva lo simbolizan con dramatismo las doscientas mil familias que hacen cola, aguantando frío y acampando de un día para otro, para recibir un minúsculo subsidios en Medellín para malvivir; y en Bogotá, no todavía, por problemas logísticos, dicen las autoridades.
 
Es decir, que los grandes "cacaos" se siguen tomando el chocolate santafereño. Y se hacen los de la vista gorda frente a los grandes robos impunes contra la riqueza nacional, legales e ilegales, de los que también se lucran a través de sus bancos, aseguradoras y fiduciarias. El último de los cuales acaba de documentarse: la entrega de subsidios, sin retorno, por más de 36.000 millones que fueron a parar a las cuentas de floricultores, y por esa misma vía a financiar las campañas políticas de los adalides de la seguridad, Uribe y su fallido sucesor, el “popular” Uribito.
Todos estamos a la espera, igualmente, de qué informará la Fiscalía de la audiencia tenida con Santiago, el hermano de Álvaro, durante 8 horas. A él se señala desde las denuncias de Gustavo Petro en el congreso como haber sido el organizador de la banda de "Los 12 apóstoles"; acerca de lo cual escribió un libro documental la periodista y académica Olga Béhar, basándose en el testimonio del mayor Meneses, y en expurgar los expedientes judiciales.
 
Venezuela y Oslo
 
Cinco son los puntos de la agenda: agro, participación, conflicto, drogas ilícitas y víctimas, y cuentan con el apoyo del Departamento de Estado de Estados Unidos.
 
La clase política y los cacaos, propietarios de medios, se hacen los de los oídos sordos a lo que sucedió en Venezuela, donde el "populismo" de Chávez sigue cosechando votos de los de abajo organizados con el concurso de las misiones cubanas. Allí no importan los costos de la reserva petrolera, tampoco la inflación.
 
El PSUV y el proyecto Bolivariano garantizan una existencia con unos mínimos de dignidad para el común de la gente venezolana. Y eso es bueno, o ¿qué de bueno tiene morir de hambre, y sufrir una exclusión sempiterna mirando la opulencia desde las laderas de Caracas?
 
Lo demás resulta ser charlatanería, oculta bajo la fórmula de la eficacia y la eficiencia del capital. A la vez que en Venezuela celebran elecciones, más que en cualquier lugar de la tierra, y se acepta, por el triunfador regular, el comandante Chávez, su derrota. Luego como candidato afectado por un cáncer que hace público en plena campaña, triunfa a pesar de los pronósticos de la mayoría de encuestadoras, e inversiones en su contra y a favor de Henrique Capriles. Mientras que en Colombia, otro presidente, comenta que también tiene cáncer, solo que dos años después de ser electo.
 
¿Cuál misterio?
 
Atender a las necesidades del común, con organización de la gente. Ahora es urgente que esa productividad se canalice, y en lo posible, ese país logre la autosuficiencia alimentaria e industrial, pero es necesario tener la gente con el estómago lleno, con salud, y estudiando lo que quiera conforme a sus habilidades e inclinaciones.
 
Ya está claro, teórica y prácticamente, la posibilidad de un "salario mínimo" decente para todos, en las economías desarrolladas, trabaje o no trabaje formalmente toda la población. Es lo que han estudiado y defendido los economistas de izquierda, como Van Parijs o Roemer, y los políticos que los acompañan. De ese modo se desmercantiliza la vida humana, y se reactivan las economías de la tierra.
 
A su manera, es lo que se practica hace años en Noruega, a través de una alta carga impositiva; y eso no evita que haya "corridos" que asesinan a un sinnúmero de jóvenes como les pasó hace pocos meses con el genocidio de jóvenes socialistas atrapados en una isla. Luego, de Noruega conviene aprender e incorporar la efectiva construcción de igualdad social, hasta donde es posible y alcanzable, de acuerdo a cada país.
 
Colombia ordeña sus recursos naturales, en beneficio de las minorías. Ahora, luego que la paz fructifique, con el debido cuidado, tiene que proceder a redistribuirlos, sin engordar en modo exclusivo las faltriqueras de los que ya tienen dinero y privilegios en exceso.
 
No se trata de exprimir a la clase media, como trató de hacerlo el remedo de reforma tributaria preparada por Ortega y el combo de los Sarmiento / Ardila / Santodomingo / Santos, sino de grabar la riqueza del capital financiero nacional y foráneo, sin agüeros, y en forma productiva.
 
¿Quién(es) le pondrán el cascabel al gato?
 
La relación entre revolución y derecho, entre revolución y constitución se hace un continuo en el cual lo que excede lo racional es representado por la revolución. El derecho y la constitución siguen al poder constituyente: el poder constituyente da racionalidad y sustancia al derecho”. Antonio Negri. Insurgencies, p. 24. 4.
 
Veremos qué proponen las dos representaciones, autoescogidas, en la conferencia del jueves a las 8 am, al resto de Colombia, quien es la que tiene que decidir. Eso lo dirán el jueves, por separado, no habrá otra silla vacía, que no sea la que está reservada para las multitudes de Colombia.
 
Esperamos que este mensaje sea claro y duro, "clear and loud", para que se escuche y entienda bien a nivel glocal. Entonces sabremos a qué atenernos. Para precisar que no es un simulacro más, un aplazamiento suicida de las reformas sociales y políticas que no dan más espera.
 
No hay duda que Humberto sabe de qué se trata en materia de paz, y por lo conocido, él y Gaviria, son lectores devotos de la vulgata neoliberal, luego de "reforma social" na, nai, cucas. Su liberalismo no es el de Gaitán y tampoco el socialismo liberal de Antonio García Nossa, cuyo nacimiento hace 100 años se sigue celebrando por estos días.
 
Los de abajo, la representación política armada de los subalternos con Ivan Márquez como portavoz también lo sabe. Pero no basta, es necesario el activo concurso de los grupos y clases, los trabajadores y pobres de Colombia, que se mueven y luchan todos los días por sobrevivir.
 
Pero, eso sí, esta representación guerrillera tiene a cómo de lugar que abrir las avenidas de la participación de millones. No se pueden transar por menos para no "fabricar" otra derrota estratégica, ahora teniendo como escenario principal a la sociedad civil, donde se libra la batalla definitiva por la igualdad social. Aquí están las más fuertes trincheras y casamatas de la vieja sociedad que se resiste a morir, para darle paso a la pujante revolución democrática.
No se puede repetir la fila de reclamos, que por miles llenó de monótona impotencia los 18 meses de San Vicente del Caguán. En La Habana, después de Oslo tienen un desafío histórico por resolver: Darle la voz, y reconocerle el protagonismo a los muchos, quienes en la calle, en las plazas, en la organización barrial fijarán el efectivo rumbo y "precio" de la paz, después de medio siglo de sangre y exclusión. De lo contrario, no importan los motivos, será más de lo mismo.
 
- Miguel Ángel Herrera Zgaib, Proyecto @utonomista
 
 
Edición N° 00325 – Semana del 19 al 25 de Octubre de 2012
 
Este artículo es una publicación de la Corporación Viva la Ciudadanía
 


[1] NEGRI, Antonio. Insurgencies. Constituent Power and the Modern State. Trans. by Maurizia Boscagli. With a New Foreword by Michael Hardt. Theory out of Bounds. Minnesota University Press, 2009, p. 22.3.
[2] Ver Nueva: Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, 15 de diciembre de 1999. Edición popular.
[3] Consultar el libro El 28 de mayo y el presidencialismo de excepción en Colombia. UNIJUS/Unal. Bogotá, 2007.
https://www.alainet.org/es/active/58946?language=en
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