El ALCA y el campo de los profesionales
29/10/2003
- Opinión
"Miremos al sur, sin perder el Norte". El Tiempo.
Si, como lo hemos afirmado(1), la política económica del anterior gobierno siguió en
este sin solución de continuidad, la política de comercio exterior no es la
excepción. En el Plan de desarrollo Hacia un Estado Comunitario se acogió sin
beneficio de inventario el fracasado Plan Estratégico Exportador de Pastrana,
apostando su éxito esta vez como enantes, en primera instancia, en el ATPA y en el
SPG, otorgados dadivosamente por los E.U y la U.E, respectivamente. Como es bien
sabido, pese a la esquiva actitud del gobierno de Clinton primero y de Bush
después, que retardaron su aprobación, este terminó por extenderlas, ampliando sus
beneficios, hasta el 2.005. En cuanto a la U.E, esta optó por ponerle término a
las preferencias generalizadas a favor de las exportaciones de Colombia y ordenó
su desmonte a partir de noviembre. Dado el carácter temporal de los beneficios del
ATPDEA, como ahora se le llama por su sigla en inglés, además de su carácter
discrecional, esta constituye una base demasiado deleznable y de allí la imperiosa
e imperativa necesidad de buscar otras alternativas para nuestro comercio
exterior, máxime cuando por distintas circunstancias se han visto afectadas
nuestras exportaciones a Venezuela y Ecuador, nuestros principales mercados
después de los E.U.
Igual que en el gobierno anterior, las autoridades encargadas de orientar la
política de comercio exterior de Colombia no han hecho más que dar palos de ciego
y andan a la topa tolondra, sin orden ni concierto, dando tumbos de unos extremos
a otros, con actitudes ambivalentes, en ocasiones erráticas y hasta
contradictorias. Por ello, Colombia perdió ya hace rato el liderazgo indiscutible
que durante más de 30 años tuvo en la región andina; después de haber sido
gestores del Grupo Andino, bajo la inspiración de Carlos Lleras Restrepo y uno de
sus mayores impulsores; en el afán de congraciarse con los Estados Unidos, han
dado al traste con la Comunidad Andina de Naciones, a la que le hemos dado la
espalda, desgaritándola indefectiblemente, dejando así de lado lo cierto por lo
dudoso.
La ventolera del ALCA o del TLC, bajo la égida de los E.U, ha trastornado a
quienes nos gobiernan y no sólo a ellos, también a los gremios empresariales, que
no escatiman esfuerzo alguno en el propósito de servir a los designios del
Consenso de Washington y apremian al gobierno para que busque un entendimiento
directo, vis a vis, con los E.U, pues para ellos "…la posibilidad de una
negociación bilateral de E.U con la CAN es simplemente inexistente…"(2). El Ministro
de comercio exterior, Jorge Humberto Botero, les hace eco y los justifica,
afirmando que "Lo óptimo sería negociar todos en conjunto, pero a veces tenemos
que aceptar la realidad con criterio pragmático"(3); así con ello contravenga el
propio Preámbulo de la Constitución, que compromete al Estado "…a impulsar la
integración de la Comunidad Latinoamericana…". No olvidemos que el pragmatismo ha
servido siempre de hoja de parra para disimular las impudicias del oportunismo.
Exasperados como están, le aconsejan al gobierno echar por la calle del medio, sin
parar mientes en la disparidad de criterios a que pueda dar lugar, pues para ellos
"…el exceso de consultas y la búsqueda de consensos pueden terminar por ahogar la
iniciativa…"(4) .
Perdieron la cabeza.
Cabe preguntarse el por qué tanta premura. Igual que ocurrió con el collar- bomba
que nos pusimos al cuello con el Plan Colombia, cuando el correveidile de Moreno
desplegó sus habilidades diplomáticas para su concreción en las postrimerías de la
administración Clinton, ahora se piensa que "Entre más cerca estemos de las
elecciones presidenciales del 2.004, mayores serán los costos políticos de
tramitar acuerdos de libre comercio con países latinoamericanos"(5). Ni más faltaba,
se trata de aprovechar el buen momento por el que pasan nuestras relaciones con
los E.U, sobre todo después de la abyecta posición de Colombia de respaldar la
agresión a Irak por parte de los E.U, no importa que hayan dejado a la legación
diplomática de Colombia en Washington con la factura en la mano cuando quiso
cobrarla por ventanilla, recibiendo de parte de Bush un rotundo no a su petición
de iniciar, y pronto, la negociación de un tratado bilateral de libre comercio
entre los dos países. No pudo ser mayor el desplante de que fueron objeto el
Ministro de comercio exterior y su séquito, encabezado por el caradura de Hommes,
a quienes dejó Robert Zoellick, representante de la Oficina de Comercio exterior
de los E.U, por puerta, cancelándoles una cita concertada previamente, cuando ya
estaban en Washington. De nada valieron las carantoñadas de nuestro flamante
embajador en Washington. Después de semejante portazo en las narices los
desairados funcionarios se las han apañado, para dorar la píldora, aduciendo que
la reunión no fue cancelada sino aplazada para otra mejor ocasión. Ahora, como
entonces, no se ha reparado en las consecuencias que se pueden derivar al dar este
paso; bien se ha dicho que en economía no hay almuerzo gratis y menos en
tratándose como se trata del comercio entre naciones.
E.U lo ha repetido en todos los tonos: no está interesado en avanzar en un tratado
de libre comercio con Colombia, prefiere verla engrosar la fila de ingreso al
ALCA. Sin embargo, el Ministro de comercio exterior, asesorado por Hommes, del
cual es uno de sus alfiles, insiste tozudamente en imitar a Chile, olvidándose que
a este le tomó doce años el tortuoso proceso, amén de sus particularidades, que
hacen de ella una nación singular en el concierto de los países latinoamericanos.
Son tan recalcitrantes, que ha terminado afanando más el velón que el dueño de la
olla; pues, mientras los E.U los atempera y les frena sus ímpetus adherentes a los
designios del Norte, ellos no ven la hora de terminar de abrir de par en par las
compuertas de nuestro mercado a la voracidad de las transnacionales. No
escarmentamos, en su momento, cuando Colombia se embarcó en la tercera ola de las
llamadas en el argot fondo monetarista reformas estructurales, que tuvieron lugar
en América Latina entre 1.985 y 1.992, se nos exhortó por parte del hierático
Miguel Urrutia, ahora Gerente del Banco de la República, a "…no caer en la trampa
de pensar que la liberación del comercio se debe negociar con otros países y no se
debe hacer sino se logran concesiones recíprocas. Un país como Colombia, donde el
arancel promedio es altísimo, la liberación del comercio y la reducción unilateral
genera aumento del producto y del bienestar". Pues bien, el resultado a la postre
no ha podido ser más nefasto: el crecimiento del PIB en esta última década ha
estado por debajo del 50% del de la década anterior; la CEPAL ha dado en llamar al
último lustro como la media década pérdida y clama ahora por emprender "la reforma
de las reformas", aterrados como están de los estragos sociales provocados por un
modelo neoliberal fracasado(6), al punto que en Colombia hemos arribado a una
situación dantesca "en donde los pobres no comen, los ricos no duermen y la clase
media no vive"(7). El cuadro es tan dramático que, según el Banco mundial los niveles
de pobreza están rozando ya el 62% y la indigencia el 25%. Uno de los epígonos del
neoliberalismo, Eduardo Lora Torres, reconoce que Colombia fue el país de América
Latina en donde las reformas estructurales emprendidas a comienzos de los 90
tuvieron un menor impacto sobre los ingresos de los habitantes(8). Con razón Juan
Manuel Santos, en un súbito acto de contrición advierte que él a su paso por el
Ministerio de Hacienda siguió al pie de la letra las prescripciones del FMI y que
al final no estamos mejor que cuando estuvimos peor! A contrapelo de todas estas
evidencias, que son del tamaño de una catedral, el señor Urrutia sigue bien
campante pontificando, como si el asunto no fuera con él.
Pero, como no hay peor ciego que el que no quiere ver, la contumacia de Hommes lo
lleva a afirmar que un supuesto estudio del Banco mundial dizque "…desbarata los
mitos que se han mantenido vivos en Colombia por muchos años, sobre el impacto de
las políticas de apertura y liberación del comercio de los productos del campo…"(9),
para aludir a los devastadores efectos provocados por el aperturismo a ultranza
que él propició, de los cuales no se ha podido reponer aún la economía. Por su
parte el Ministro de comercio exterior, para desestimar las advertencias sobre los
peligros que nos acechan y salirle al paso a quienes han puesto el grito en el
cielo por su obsesión aperturista, afirma que "…el 70% de los pobres de este país
está en las zonas urbanas y la actividad agropecuaria genera solo el 12% del PIB.
Ahora bien, la paz del campo obviamente está asociada al empleo, pero no
necesariamente en el sector primario sino en actividades de transformación, en el
sector de servicios"(10). Como quien dice, la suerte está echada; poco importa para
él arrasar con lo que queda del campo, después que, a consecuencia de la
atolondrada política de liberalización, la misma a la que él le rinde culto, junto
con la violencia, derivaran en la desagriculturización, el desplazamiento forzado
y la ruina del sector rural. Esos polvos tenían que traer estos lodos!
Consejos vendo y para mí no tengo.
Ya lo había dicho Abraham Lincoln: "No sé demasiado acerca de los aranceles, pero
lo que sí se muy bien es que, cuando compramos bienes manufacturados a los
extranjeros nosotros nos quedamos con los productos y ellos con el dinero. Cuando
compramos productos nacionales nos quedamos con ambas cosas". Consecuente con
ello, ya desde el año 1.791, Alexander Hamilton, Secretario del Tesoro de los E.U
impuso aranceles sobre los productos extranjeros, así como subsidios y ayudas
internas a los productores norteamericanos, hasta el sol de hoy. Los E.U predican
el libre comercio, pero no lo practican; luz en la calle y oscuridad en la casa
parece ser su lema; a ellos les viene como anillo al dedo el refrán que dice:
consejos vendo y para mí no tengo! En contravía del aserto anterior, Hommes se
atreve a decir que "El mayor beneficio del comercio proviene de las importaciones
y no de las exportaciones, como nos han acostumbrado a pensar equivocadamente los
mercantilistas criollos"(11), lo cual es un insulto a la inteligencia. Y su pupilo,
el Ministro de comercio exterior, sale en su auxilio, buscándole fundamentos
teóricos a semejante barbaridad en la teoría de las ventajas comparativas de
Ricardo, que no pasa de ser un corolario de la Ley de Say, revaluada y rebasada
por los hechos. Dice el desalumbrado Ministro: "David Ricardo, el célebre
economista inglés del Siglo XIX, escribió: "En un sistema de comercio
perfectamente libre, cada país, naturalmente dedica su capital y trabajo a los
empleos que le son más beneficiosos. Esta tendencia a la ventaja individual está
admirablemente relacionada con el bien universal del mundo…"…Los chilenos tienen
bien aprendida la lección. Por eso, han ido especializando su aparato productivo
en aquellos bienes en los que tienen ventajas comparativas"(12). Resulta que esa
Arcadia en donde el comercio es perfectamente libre sólo lo encuentra uno en los
textos, a las afueras de la realidad, como diría Octavio Paz.
ALCA no es ATPDEA.
Los promotores del ALCA se cuidan de entrar en honduras, todo es superficialidad,
en medio del hermetismo de sus contactos con las autoridades norteamericanas, por
que no podemos hablar de la negociación que nunca ha habido. Por ello hay mucha
desorientación y confusión aún entre la opinión informada, por la ambigüedad del
mensaje que se le transmite por parte de las autoridades, las cuales
tendenciosamente han querido hacer creer que el ALCA no es más que la ampliación a
perpetuidad de los beneficios del ATPDEA, es decir de una desgravación arancelaria
generalizada unilateral de los E.U a nuestras exportaciones, sin nada a cambio.
Pero, como diría el bobo, de eso tan bueno no dan tanto. Se hacen lenguas hablando
de las bondades de un eventual tratado de libre comercio bilateral colombo-
estadounidense o de nuestro ingreso al ALCA, solos o acompañados, no importa, por
que ello nos permitiría disfrutar de las delicias de un hipermercado gigantesco
con 800 millones de habitantes, con un PIB para el 2.005 de US$13 billones(38%
del PIB mundial), del cual corresponde sólo a los E.U el 71%. Por lo demás, este
bloque representa el 23% de las exportaciones de bienes y el 25% en materia de
servicios del orbe. Así las cosas, se dice que sólo beneficios le puede reportar
al país adherirse al ALCA o persistir con terquedad aragonesa en la necedad del
tratado bilateral de libre comercio con los Estados Unidos. A quien disienta de
semejante embeleco simplemente lo rotulan con el mote de dinosaurios o de
cepalinos impenitentes. Para el pensamiento único del fundamentalismo neoliberal
no hay cabida para el disenso, así los hechos dejen sin piso su superstición por
sus dogmas, pues como lo afirmara recientemente Antonio Romero, Jefe de proyectos
del Sistema Económico Latinoamericano (SELA), el ALCA no garantizará el aumento de
las exportaciones latinoamericanas hacia Estados Unidos y recordó cómo "…entre
1.991 y 2.000 las exportaciones de E.U hacia A.L se incrementaron en 18.2%,
mientras que las ventas de productos latinoamericanos y caribeños hacia el mercado
estadounidense sólo se incrementaron en 14.6%. Esto demuestra un patrón asimétrico
en la relación comercial entre E.U y A.L, en el cual nuestra región ha
incrementado su dependencia comercial con E.U, al mismo tiempo que ha perdido
participación en ese mercado"(13), lo cual obedece, a su vez, a la debilidad
estructural que acusa el sector productivo latinoamericano. Sí, esto ocurre
porque, contrariamente a lo que difunde la propaganda, el ALCA es de doble vía, es
decir, que de la misma manera que los demás socios de aventura abren sus mercados,
a nosotros también nos corresponde hacer lo propio en una lucha feral de todos
contra todos por capturar la demanda ampliada y allí, desde luego, el pez grande
termina engulléndose al pez chico, inexorablemente. No nos hagamos ilusiones,
bajemosnos de esa nube y pongamos los pies sobre la tierra; lo dijo sin rodeos
Kissinger, en referencia al ALCA: "Se trata de un arma para combatir a nuestros
contrincantes". Y no esperemos contemplaciones por parte de los E.U, cuya postura
la resumió George Washington en el alba de la República de los E.U: "Las naciones
no tienen amigos sino intereses". Dejemos de pensar con el deseo, pues como lo
dejó bien en claro recientemente la Condoleezza Rice, Consejera de Seguridad del
gobierno de Bush, los E.U "…deben partir del suelo firme de sus intereses
nacionales y olvidarse de los intereses de una Comunidad internacional ilusoria".
El club del clan.
En momentos en que ya nos aproximamos peligrosamente al punto de no retorno de
nuestro ingreso al ALCA, el gobierno está incurriendo en el error imperdonable de
no tener a estas alturas un estudio serio e imparcial, sin el sesgo que le
imprimen con su opinión interesada ciertos tecnócratas fletados a intereses
extraños a los de Colombia y los cuales han terminado por formar una especie de
carrusel, alternándose entre la burocracia de todos los gobiernos y la de los
organismos multilaterales que sirven de ventrílocuos al Departamento de comercio
de los Estados Unidos. Acaso no resulta insólito que a estas alturas aún no
sepamos cómo va a impactar a cada uno de los sectores de la economía nuestro
ingreso al ALCA? Esto es una irresponsabilidad monumental; no podemos seguir en
materia de comercio exterior haciendo prácticas de parapentismo.
Estamos entrando a un juego desequilibrado, sometiéndonos a unas reglas que parten
de una premisa falsa para su aplicación, cual es la de que estamos tratando entre
pares iguales, que podemos transar en pie de igualdad, cuando el rigor del derecho
igual entre desiguales es el derecho de la desigualdad. El plano en el que nos
toca jugar está desnivelado, está inclinado a favor de una de las partes, que es
la que lleva todas las de ganar, que es el más poderoso; a nosotros nos tocaría ir
al remolque y nuestra capacidad de negociación es tanto menor cuanto más
disgregados estemos. De allí que sea una locura la de emprender solos, dándole
codazos a nuestros socios de la CAN y, el trato con los E.U, por el prurito de
llegar de primeros, a toda costa, sin reparar en sus consecuencias. Este, sin
duda, sería el peor escenario.
No podemos perder de vista que el Area de Libre Comercio, a diferencia de la Unión
Aduanera o el Mercado Común, constituye sólo un primer estadio de un proceso de
integración, que conlleva fundamentalmente el desmonte de las barreras
arancelarias entre quienes forman parte de ellas, para el libre flujo del
intercambio de bienes y de servicios, así como también de capitales, pero en la
que poco se avanza en cuanto a la movilidad de la fuerza de trabajo. Esta es una
de las grandes paradojas de la fementida globalización, que tiene un sesgo que
favorece a las mercancías y al capital financiero y discrimina la fuerza laboral.
Mucho se ha discutido en los foros internacionales sobre este particular y la
tendencia predominante en los países industrializados es la de ponerle cortapisas
a los flujos migratorios y se han puesto de manifiesto incluso algunas
manifestaciones xenófobas. Colombia, particularmente, ha sido víctima de la
exclusión y la discriminación; más de 172 países le han impuesto a Colombia el
requisito de la visa para que sus nacionales puedan acceder a ellos, lo cual
representa una gran restricción para ejercer su profesión u oficio para los
colombianos, que son tratados como parias por parte de la Comunidad internacional.
En el trasfondo del ALCA se ve un marcado interés para que nuestras economías se
comporten simple y llanamente como satélites de la economía de la gran metrópoli,
convertida en la locomotora de este proceso y nuestros países en furgón de cola
del mismo.
Es un hecho el que en nuestros países el Estado, pese a los procesos de
privatización que hicieron su agosto en la década anterior, sigue siendo el gran
jalonador de los grandes proyectos de inversión y la tendencia es que estos los
acometan los inversionistas privados, dadas las restricciones fiscales que acusa
el Estado. Pero, dada la estrechez del mercado de capitales y los excesivos costos
de los créditos, en comparación con los costos vigentes en el mercado financiero
internacional, son las grandes multinacionales las que tienen las mayores
posibilidades de asumirlos, más aún cuando las modalidades contractuales que
tienden a generalizarse (Concesiones, Joint Venture, PPA, BOMT), más que contratos
de obras propiamente dichos, son contratos de financiamiento de las mismas y en
razón de ello sólo quienes tengan un gran respaldo financiero tendrán éxito. De
este modo, es previsible que con la apertura inherente al ALCA o al TLC, le
permitirá especialmente "…a las empresas norteamericanas el control de un
territorio que va del polo Artico hasta la Antártica, libre acceso para nuestros
productos, tecnología y capital en todo el hemisferio, sin ningún obstáculo o
dificultad"(14), como ya lo vaticinó Collin Powell. Simplemente, de lo que se trata
es de seguir corriendo sus fronteras por parte del imperio del Norte, hasta llegar
a los confines de la Patagonia.
Al caído caerle.
Lo ocurrido en el país en la década del 90 es un pálido reflejo de lo que ocurrirá
con el ingreso de Colombia al ALCA, el desmantelamiento de nuestro aparato
productivo proseguirá, acentuándose; los casos de empresas colombianas que pasaron
de producir un bien o de prestar un servicio a convertirse en distribuidores o
representantes autorizados de empresas foráneas para abastecer el mercado nacional
o a manejar franquicias de marcas acreditadas internacionalmente, van a ser cada
vez más frecuentes. Dado que los conflictos en los negocios entre particulares y
entre éstos y el Estado van a parar cada vez en mayor medida en los consabidos
tribunales de arbitramento internacionales y los fallos de los jueces se van a ver
relegados por los laudos arbitrales, en una acelerada privatización de la
justicia, bajo el lema de que "los privados arreglan en privado"(15). De este modo,
el exequatur será la regla y no la excepción en nuestro ordenamiento jurídico,
pues siempre se invocará y aplicará el principio de "trato nacional" en todas las
áreas comprendidas en el tratado, suplantando las normas constitucionales, leyes y
políticas regulatorias que favorecen ampliamente a las empresas transnacionales,
en detrimento del interés nacional. Huelga advertir, que la mayor liberalización
de nuestro comercio trae aparejada la profundización de las así llamadas reformas
estructurales, esto es, la reforma laboral, la reforma del régimen pensional, el
ajuste fiscal, en fin, hay que seguir a pie juntillas todas las estipulaciones de
las condicionalidades del F.M.I, entre ellas las de seguir la trilla del ALCA sin
remilgos, como también nos lo exige el ATPDEA. De ahora en adelante, todos los
servicios, incluidos los servicios profesionales, a todo los niveles (nacional,
regional y aún municipal) quedan al abrigo de este tratado y, en consecuencia,
deben de ser abiertos a la libre competencia del mercado, así como también las
compras y requisiciones por parte del Estado, que en ningún caso puede sustraerse
a ello, pues prima el concepto del trato de "nación más favorecida", en el sentido
de hacer extensivas a las demás integrantes del Area los beneficios o ventajas que
se le ofrezcan a un tercero. En relación a este aspecto, al de los servicios
profesionales sólo se cuenta con formulaciones generales, vagas, etéreas e
imprecisas; se habla de reglas que habrán de adoptar las partes para reducir y a
la larga eliminar cualesquier restricción al ejercicio profesionales el área; se
pide alentar a los organismos competentes en los respectivos países para elaborar
normas y criterios mutuamente aceptables para el otorgamiento de licencias y
certificaciones para el ejercicio profesional. Mientras se sigue elucubrando sobre
este particular, las multinacionales avanzan en su posicionamiento, copando todos
los espacios reduciendo a los profesionales colombianos a un capitis diminutio,
para quienes la única alternativa laboral que les quedará será la de prestar sus
servicios en las múltiples actividades que ellas despliegan a través de los
outsoursing. Los profesionales exitosos en Colombia hacia el futuro en el seno del
ALCA serán aquellos con mayores posibilidades de alcanzar un buen entronque,
incrustándose en las multinacionales.
o luchamos unidos o nos ahorcarán por separado.
Con estos atronados que tienen este asunto entre manos no sabemos a donde vamos a
parar, pues mientras Colombia no sea capaz de encontrar sus propios pies sobre el
camino y pensar con cabeza propia sobre su destino y sobre el camino a recorrer,
vamos caminando con los ojos abiertos camino al precipicio, a ciencia y paciencia
de quienes están conduciendo este proceso de espaldas del país nacional. Ellos,
como el Furher, se han hecho a la idea de que "la masa cree más en la gran mentira
que en la pequeña". Es preciso, entonces develar la trama que se urde
sigilosamente por parte de quienes acuciosamente vienen allanándole el camino a
este endriago, que atenta contra la producción nacional y el empleo. Vamos con los
ojos abiertos camino al precipicio y el país no se ha percatado de ello. Así como
en su momento el país se distrajo con el revolcón de la Constituyente, al tiempo
que Hommes y sus adláteres le imponían al país sin discusión una apertura
acelerada e indiscriminada, como el mismo lo reconoce ahora(16), que arrasó con la
producción nacional y sumió al país en la más profunda crisis; ahora, con el
embeleco del Referendo está ocurriendo otro tanto. Mientras se discute su
viabilidad, conveniencia y aún su pertinencia, los neoliberales están en una
actividad febril, comprometiéndonos en esta otra aventura, que puede significarnos
otra década perdida, como la de los 90, poniendo en grave riesgo nuestro propio
futuro como Nación. No se sigue de lo anterior, el que aboguemos por el
aislacionismo hasta convertir a nuestro país en una especie de Tibet suramericano,
pero sí creemos indispensable establecer la verdad frente al espejismo que
pretende confundir el cadalso con un trampolín. Nuestra tabla de salvación está en
la unidad, pese a lo resquebrajada que está y la integración latinoamericana, en
actuar al unísono, recobrando nuestra dignidad y decoro perdidos, que no están en
subasta, pues si bien el ALCA, tal y como está planteado es fatal para nuestros
pueblos, no es cierto que sea una fatalidad a la que estamos condenados
irremediablemente. O luchamos unidos o nos ahorcarán por separado!
* Amylkar D. Acosta Medina es Presidente de la Sociedad Colombiana de Economistas.
Intervención en el II encuentro binacional y del Caribe de contadores públicos,
celebrado en la ciudad de Riohacha, los días 13, 14 y 15 de agosto de 2.003).
www.amylkaracosta.com
(1)Amylkar D. Acosta M. Acotaciones al Plan de desarrollo. Febrero 27/ 2.003
(2)ANIF. Informe Semanal. Enero, 27/ 2.003
(3)El Tiempo. Abril, 2/ 2.003
(4)Idem
(5)Idem
(6)Amylkar D. Acosta. Colombia en la encrucijada. Octubre, 31/ 2.002
(7)Victor G Ricardo. Ex Consejero de paz de Pastrana. Roma. Julio, 2/ 1.999
(8)El Tiempo. Mayo, 3/ 2.002
(9)El Tiempo. Junio, 3/ 2.003
(10)Rev. Dinero. Jorge H Botero. Mayo, 30/ 2.003
(11)El Tiempo. Octubre, 18/02
(12)La República. Jorge H Botero. Junio, 11/ 2.003
(13)Portafolio. Marzo, 28/ 2.003
(14)El Tiempo. Junio, 11/ 2.003
(15)Presidente de la Cámara de comercio de los E.U
(16)El Tiempo. Marzo 27/ 1.999. Citado en Amylkar D. Acosta. Colombia en la encrucijada. Octubre, 31/ 2.002
https://www.alainet.org/es/articulo/108689
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