ALCA/TLC: Negociación o adhesión
- Opinión
Son los borbones danzando al pié de la guillotina!
Había que ver el alborozo con el que la delegación colombiana a la cumbre de Miami, acogió el esperado anuncio de Robert Zoellick, Representante Comercial de los E.U, de la intención por parte de este de iniciar en breve las negociaciones del tratado de libre comercio(TLC) con los cuatro países beneficiarios de la Ley de preferencias Comerciales Andinas(ATPDEA), Colombia, Perú, Ecuador y Bolivia. Luis Carlos Villegas, Presidente de la ANDI, no ocultó su júbilo y dijo que recibía “esta noticia como la más importante para el país en toda su historia. Chile, que ya firmó el TLC con los E.U, calcula que con él su economía crecerá anualmente un punto más de su producto interno bruto. Colombia no puede aspirar a menos”[1]. Al hacer dicha notificación Mr. Zoellick dejó en claro de que se trata de un tratado[2]; lo cual no deja de ser paradójico, dado el empecinamiento hasta la víspera del gobierno colombiano, secundado por los gremios empresariales, de avanzar en solitario hacia un acuerdo bilateral con los E.U, dejando de lado a sus socios que son también sus vecinos[3].
Juntos otra vez
Resulta una ironía que el Ministro de Comercio, Jorge H Botero y el Embajador en Washington, Luis A Moreno, tengan ahora que entendérselas con aquellos países que ellos mismos rehuían y miraban con recelos; pues, les ha tocado salir a entonar la palinodia: el primero de ellos afirma ahora que “para beneficio nuestro, esta negociación puede fortalecer la apertura de los cuatro países entre sí y que podamos perfeccionar nuestra institucionalidad comercial andina con normas derivadas de esta negociación bilateral con E.U”[4]; por su parte Moreno sostiene que “los problemas internos de la CAN terminarán resolviéndose en el marco de un acuerdo mucho más grande que incluye a E.U, desde esta óptica para Colombia esto es mucho más interesante”[5].
En ello coincide el ex canciller de Colombia y ahora Secretario General de la CAN, Guillermo Fernández De Soto: “Esta se constituye en una nueva oportunidad, probablemente una de las últimas, para profundizar la integración subregional...cada país puede hacerlo a su propio ritmo, sin perder de vista la posibilidad de construir un marco político común, que ofreciera directrices para preservar el patrimonio construido a lo largo de 34 años de integración…el Alca fue transformado por los países en un proceso más realista, en el cual se podrán asumir diferentes niveles de compromiso y podrán acordar beneficios y obligaciones adicionales a través de acuerdos plurilaterales…la mayor potencia económica mundial, que representa el 43.3% de las exportaciones de Colombia, el 25.8% de Perú, el 37.7% de Ecuador y 14.1% de Bolivia, debe generar una reorganización del aparato productivo…Es necesario evitar que por falta de coordinación entre los andinos, alguno de ellos termine cediendo en temas que no resultan de interés propio, pero que podrían afectar a los demás. En consecuencia, los cuatro países beneficiarios de ATPDEA, deberán ahora hacer un esfuerzo de convergencia, con el fin de fortalecer su capacidad de negociación y sacar el máximo provecho del enfoque regional que le ha dado a las negociaciones el propio E.U…Considero que una negociación conjunta de los países andinos podría garantizar un acceso amplio al mercado de los E.U…una zona de libre comercio equilibrada, balanceada, proporcional a los compromisos asumidos y que incorpore el trato diferencial, debe ser la prioridad para los países andinos. Celebro que la decisión de los E.U haya sido negociar con los países andinos beneficiarios del Atpdea en su conjunto. Esta situación contribuirá, en el mediano plazo, si los países así lo desean, a generar importantes consensos en la Comunidad Andina que permitan profundizar el proceso de integración y demostrará, una vez más, la importancia de ´ir en convoy´ en las negociaciones internacionales”[6].
Dando reversa
Episodios como el que protagonizó Colombia, con la desautorización al Ministro de agricultura, quien lideraba la propuesta sobre aranceles a nivel de la CAN consensuada en Lima, con miras a las negociaciones con los E.U, dejando literalmente colgados de la brocha a sus socios, habían dejado muy mal parado a Colombia frente a estos, a quienes ya no les inspira confianza. Esto, sin contar la política errática que ha caracterizado la posición colombiana en los últimos tiempos, oscilando entre afectos y desapegos con sus socios y vecinos. Tanto es así, que la decisión de los E.U, de negociar con el bloque andino sorprende al gobierno colombiano deshojando margaritas! Colombia no puede perder de vista la importancia que seguirá teniendo para sus exportaciones a sus mercados regionales, no puede olvidar que, después de los E.U, Venezuela y Ecuador siguen siendo sus principales mercados, así se hayan visto estropeados en los últimos años por cuenta de la crisis que embarga a estos países. Los países andinos tienen en conjunto un producto interno bruto de US$463.000 millones y su población es de cerca de 93 millones de personas. Los andinos representan un mercado de aproximadamente US$7 billones en el 2002.
Ahora bien, Colombia no podría avanzar en un entendimiento con los E.U, sin contar con los demás socios, no sólo de la CAN sino también de la ALADI; pues, dado que el gobierno ha manifestado su voluntad de permanecer en ellos y que no va a denunciar ni el Acuerdo de Cartagena ni el Tratado de Montevideo, se tiene que ceñir escrupulosamente a sus estipulaciones, como ha sido la tradición de la política exterior colombiana. El Artículo 86 del Acuerdo de Cartagena prevé que ninguno de los miembros de la CAN puede alterar unilateralmente el Arancel Externo Común(AEC). Además, tanto en el Artículo 139 de este mismo Acuerdo como en el Artículo 44 del Tratado de Montevideo, contemplan la Cláusula de la Nación más favorecida, de tal modo que cualquier concesión que cualquiera de estos países haga a un tercero en esta materia, deberá hacérselos extensivo a todos los demás. De allí que, al negociar en bloque con los E.U como ellos lo impusieron, termina removiendo tales obstáculos.
Dejando lo cierto por lo dudoso
Siempre se ha dicho que quien va piano va lontano; Colombia no puede actuar con apresuramientos. A primera vista, resulta convincente que Colombia debe centrar su atención en el mercado estadounidense, puesto que este representa el 43% de nuestras exportaciones; pero, cuando miramos más de cerca el asunto, nos percatamos de que de los US$6.000 millones que exporta Colombia a los E.U, el 80% está compuesto por productos primarios(materias primas sin elaborar), de los cuales el 70% está constituido por petróleo, que ya se agota, 9% de flores, café, esmeralda, carbón, banano, etc. Tan sólo US$1.000 millones son exportaciones industriales. A contra sensu, el 70% de nuestras exportaciones a la CAN y a MERCOSUR está constituido por manufacturas, con un mayor valor agregado y con mayor incidencia en la generación de empleo productivo.
Ya la Cámara binacional colombo-venezolana puso el grito en el cielo, ante el peligro que representa los E.U, sea con el TLC o con el ALCA, respecto al segundo mercado en importancia de Colombia, que lo es Venezuela, que representó para nuestro país más de US$1.000 millones anuales en promedio durante el período 1999-2001. Advierte su Presidenta, María Luisa Chiape, que Colombia tiene notorias ventajas sobre la competencia estadounidense en 122 productos que facturaron US$406.8 millones, pero corre marcados riesgos en 832 productos cuyos despachos a Venezuela sumaron US$676 millones[7]. Tanto el ALCA como el TLC conllevarían la eliminación del Arancel Externo Común(AEC) de la CAN; así las cosas, productos tales como los vehículos, autopartes para vehículos de carga, equipos de refrigeración, medicamentos, neumáticos y cables para conducción eléctricas, que se cuentan entre los principales productos de exportación de Colombia al país vecino, que puede considerarse como su mercado natural, no tendrían nada que hacer para evitar salir del mismo, desplazados por los de origen norteamericano.
USA se sale con la suya
Este anuncio corresponde a una jugada maestra de los E.U, ante el empantanamiento del ALCA, cuya VIII cumbre se realizaba a la sazón. Al final de la misma, los voceros de E.U, Robert Zoellick y de Brasil, Celso Amorin, que son quienes llevan la voz cantante, coincidieron en que el ALCA, como estaba planteado, “no es realista en el contexto económico actual. Eran metas amplias, que ahora requieren definición y claridad”. Del pulso entre estos dos gigantes salió un ALCA, a manera de menú, que no es ni sombra del que prohijó Bush padre con La Iniciativa de las Américas en 1994. El texto que se discutió en esta reunión contenía más de 7.000 corchetes(es decir puntos en los que no existen acuerdos entre los países del hemisferio que participan en la negociación) y Venezuela lo inundó de asteriscos(entendidos estos como salvedades), a los cuales se suman muchos interrogaciones e incógnitas que aún quedan por resolver. Ante la imposibilidad de un acuerdo multilateral a corto plazo, se optó por propiciar los acuerdos plurilaterales, tales como el TLC de los países andinos con los E.U y el TLC entre la CAN y MERCOSUR, cuya firma es inminente. El 17 de diciembre se reunirán en Montevideo los cancilleres de los nueve países para avanzar tras el objetivo de la firma del acuerdo, en tanto que será en Puebla, México, al principio del año entrante, cuando se definirá la profundidad de los compromisos comunes, una especie de mínimo común múltiple, y lo que quedará libre para negociarlo en compromisos parciales.
Lo que observamos, entonces, es un cambio de estrategia de los E.U; pero, el propósito sigue siendo el mismo de James Monroe: América para los americanos! E. U seguirá avanzando la vía de los acuerdos parciales y selectivos hacia su objetivo de lograr una zona de libre comercio que vaya desde el puerto de Anchorage hasta la tierra de fuego, tal y como se lo propuso Bush padre el 28 de junio de 1990. Siguen siendo nueve los temas centrales del proceso de negociación en los dos escenarios, tanto en el ALCA como en el TLC: Acceso a mercados, Agricultura, Derechos de propiedad intelectual, Soluciones de diferencias y disputas, Subsidios – antidumping y derechos compensatorios, Servicios, Inversión, Política de competencia y Compras del sector público.
Fue el propio Zoellick quien ya puso las cartas sobre la mesa, al esbozar en su comunicación dirigida al Congreso norteamericano, oficializando tal anuncio, los 37 puntos básicos a partir de los cuales arrancaría una dura negociación. El US Trade Promotion Act de agosto de 2002, le exige al gobierno federal detalladas consultas dentro de los 90 días venideros con varios comités del Congreso, amén del informe requerido de la Comisión Internacional de Comercio – agencia mixta e independiente- respecto del impacto que podría tener el TLC sobre la industria de los E.U. Ello no aplica en el caso del Congreso de Colombia, que no cuenta con un solo día para hacerlo pues, hasta ahora, no tiene velas en este entierro. Ahora sí empezó el conteo regresivo para la iniciación en firme de las negociaciones, que se prevé puede ocurrir, si no hay contratiempos en el Congreso de los E.U, hacia el mes de abril del próximo año. No es descartable que surjan algunos obstáculos, habida cuenta de que las dificultades de Bush para su reelección son cada vez mayores, por cuenta de la guerra y posterior ocupación de Irak y de los nueve precandidatos demócratas a la presidencia, sólo uno, Joseph Liberman, defiende el libre comercio. El más opcionado para ser proclamado como el candidato del partido Demócrata, Howard Dean, está enarbolando la bandera de la renegociación de los acuerdos de la OMC y el NAFTA, con miras a exigir a los productores extranjeros que cumplan las mismas normas laborales(Cláusula social) y ambientales que deben cumplir los productores de los E.U.
El mensaje de Zoellick fue claro y categórico: “La administración está confiada en que detrás de los acuerdos comerciales se abrirán mercados para beneficios de nuestros agricultores, trabajadores, empresarios y familias”. Afirma el Ministro Botero, que la carta del Representante Comercial de los E.U al Congreso de su país no significa que “los gringos hubieran sacado las uñas” sino que “no estamos negociando con hermanitas de la caridad”[8]. Y va más lejos y advierte que las negociaciones del acuerdo de Colombia y otros países andinos anunciadas en Miami serán “despiadadas”. Como ilustración de lo que nos espera contó que “El viernes, por ejemplo, nos reunimos con un grupo de asistentes de miembros del Congreso estadounidense que nos dijeron:”olvídense de lo que ustedes tienen en el ATPDEA, por que eso va a expirar. Empecemos de cero a negociar el tratado”[9] A ello se añade ahora un hecho aún más preocupante; se trata del pronunciamiento esta semana por la OMC, en el sentido de que el Sistema General de Preferencias(SGP), que se aplica por parte de la U.E a 11 países latinoamericanos, entre ellos Colombia y a Pakistán, no se ciñe a sus normas y, en consecuencia, debe ser eliminado. La U.E tiene 60 días para apelar dicha Resolución y recordemos que esto ocurre justo en el momento en que La Comisión de la U.E está contemplado la posibilidad de retirarle tales beneficios a Colombia. Como quien dice, tras de cotudos con paperas.
Nada que festejar
No hagamos, entonces, cuentas alegres, como las de la lechera de Samaniego, por que nos podemos llevar una gran decepción. Es “Importante que el país entienda en qué nos estamos metiendo. Los negociadores gringos van a la yugular. Es su deber….Este es un tratado que va mucho más allá de una simple liberación comercial: compromete al país a una serie de disciplinas en muchos otros ámbitos, como en el de las soluciones de controversias donde se perderá soberanía. Será, bien se ha dicho, un plan de desarrollo para los próximos 50 años…Se trata de negociar con la primera potencia del mundo, que va a querer exprimirnos hasta la última gota. Que se bajen de la nube quienes creen que por ser considerados ´los mejores aliados de E.U en América Latina´ o ´los héroes de la lucha contra el narcotráfico´ nos van a dar algún trato preferencial. Los negociadores gringos, lo digo por experiencia, van a la yugular. Es, además su oficio y su deber…es importante que desde ahora se busque la manera de no sacrificar nuestros mercados andinos en esta negociación…”[10]. Sí, lo confirma un experto en el tema, como lo es Andrés Espinosa Fenwarth: “Lo que está en juego a la sazón es el modelo de desarrollo y crecimiento económico del país, así como buena parte del andamiaje legal y de solución de diferencias que lo soporta…No habrá una segunda oportunidad para hacerlo bien la primera vez .”[11]. Con razón el Ministro Botero empieza a hablar ya de que “Nos tenemos que abrir con cautela, negociando bien los plazos…”[12].
Empezamos muy mal, si llegamos a sentarnos a la mesa de negociaciones con posiciones tan pusilánimes y obsecuentes como las del Embajador en Washington, quien, de ante mano admite que “A E.U se le puede pedir que baje los aranceles y que reduzca los subsidios a la exportación de su país. Pero, los subsidios a la exportación no los va a negociar E.U bilateralmente, por que si le da un subsidio a un productor después cómo le dice ´yo se lo quito si usted a los seis meses exporta a Colombia´. Además E.U, ya dijo que la reducción de subsidios la va a negociar en la OMC. Esos son temas que hay que comenzar a estudiar en detalle”[13]. Y recordemos que tampoco los quiso negociar en el seno de la OMC; por eso se bloqueó la cumbre de Cancún[14]. De aceptarse la tesis del Embajador Moreno, de aceptar que los subsidios y las ayudas agrícolas se negocien en la OMC mientras se cede en la eliminación de los aranceles en el ALCA o en el TLC, “Esto significa que estamos rompiendo los principios de equivalencia existentes entre distorsiones en la producción y el comercio agropecuario y los aranceles y barreras en frontera, que son las medidas legítimas para contrarrestar las ayudas internacionales de las economías ricas del hemisferio”[15]
No nos hagamos ilusiones, pensando que las negociaciones que nos esperan son un lecho de rosas; más bien de abrojos y de espinas, que “Estamos ante la posibilidad de acceder, en medio de reglas permanentes y transparentes, y de manera definitiva, al mercado más importante y dinámico de la economía mundial y a sus inmensos recursos de capital y desarrollo tecnológico….”[16] No será fácil negociar al tiempo el TLC y el ALCA, pues cada proceso tiene su propia dinámica y se desarrollan con ritmos distintos, que dificultarán su sincronización y coherencia. “Los desafíos, pues, son de marca mayor. Una buena negociación, desde luego es crucial. Pero también hay otros factores. La experiencia de México indica que, más que incrementar las exportaciones, el TLC hizo al país más dependiente – y vulnerable – al comportamiento de la economía estadounidense, y hay estudios que indican, a diferencia del Banco Mundial, que sus efectos sobre empleo y salarios no han sido tan positivos. Datos claves para tener en cuenta. Por que el libre comercio, más que bueno o malo en sí mismo, será o no conveniente a largo plazo, según la manera como se maneje”[17]. En un exceso de voluntarismo, el Embajador Moreno quiere convencernos de que con el TLC las exportaciones colombianas a los E.U podrán duplicarse en el curso de sólo seis años y en tal sentido nos advierte que “El mayor peligro para Colombia es que por temor no aprovechemos cuanto antes esta oportunidad para crecer e incentivar las exportaciones y la inversión extranjera”[18]. Ojo, pues, con ponernos a imitar a Chile, como nos lo aconsejó Zoellick, de quien dice Luis Alberto Moreno “…han aumentado en más del 12% este año las exportaciones, aún sin que haya entrado en vigencia el TLC”[19]; es decir, que, según eso, tal perspectiva ofrece resultados prodigiosos por anticipado. Pensemos solamente en lo que hizo Chile, de abrir de entrada su mercado para el 95% de los bienes industriales y el 80% de los agrícolas en la fase inmediata. El ex Ministro Santos nos dice que, tal como están planteadas las cosas, no nos queda otro camino que “…medirnos el traje chileno…tal vez E.U le haga ajustes, pero en esencia ese será el que Colombia usará” Recordemos, que “Chile está maduro para un TLC por que hace 30 años optó por una economía que complementa a la de E.U: vender bienes primarios y servicios pero importar manufacturas y tecnología….No hay pues que hacerse ilusiones sobre la generosidad que pueda mostrar Zoellick respecto a Colombia. De entrada hay que sacar de la cabeza la idea aquella de que Europa arrastró a España. En nuestra integración con E.U no habrá ni sombra de las dos cosas que permitieron el milagro europeo: la migración libre de trabajadores y los subsidios multimillonarios para el país menos desarrollado. Mejor será rumiar las 37 peticiones que Mr Zoellick nos puso por delante(sobre el tapete)”[20].
Un paso de esta naturaleza por parte de Colombia causaría un descalabro fiscal de enormes proporciones, pues se calcula que le significaría un costo fiscal del orden de los US$600 millones anuales. Recordemos que Chile se tomó doce años en el proceso para cerrar trato con los E.U; es lo que ahora nosotros pretendemos hacer a la velocidad del rayo en sólo doce meses! Este no es asunto de soplar y hacer botellas. Según una evaluación del Ministerio de Comercio exterior, Colombia no podría, por ejemplo, aplicar de inmediato un arancel cero, como sí lo hizo Chile en un altísimo porcentaje de sus productos agrícolas e industriales, dadas las enormes diferencias entre las estructuras productivas de Chile y Colombia, amén de la mayor protección con que ha contado esta última. El sector agrícola fue el que llevó la peor parte en el primer tiempo de la apertura y puede ser también el que resulte más afectado ahora con la ventolera del TLC. El Ministro de agricultura, Carlos Gustavo Cano, llama la atención premonitoriamente sobre el caso mexicano en materia de agricultura, que diez años después de haber firmado con E.U un TLC, los resultados han sido nefastos para el sector y dice que “el peor de los mundos sería el caso en que se cediera el mercado interno sin obtener beneficios del mercado externo”. Esto es tanto más cierto, cuando contrastamos el enorme apoyo que da los E. U a sus agricultores, con el desdén en Colombia por los suyos, abandonados a su propia suerte. Las cifras del propio Ministerio de agricultura son elocuentes: la inversión sectorial en la agricultura colombiana pasó de $1.5 billones en 1996 a $523.957 millones en el 2000 y se estima que para este año y el entrante será de sólo $254.960 millones y $218.354 millones, respectivamente[21].
Quien va piano va lontano
Tiene muchísima razón el diario de los Santos, cuando afirma que dada “La trascendencia del acuerdo de libre comercio con E.U, por su monumental impacto en la vida colombiana, requiere, como tal, análisis, estudios técnicos sectoriales y mucha coordinación…Sería una insensatez y una irresponsabilidad que el país no se preparara a fondo para una negociación como la que se avecina…la improvisación podría tener costos muy altos para todos los colombianos”[22]
Colombia tiene que sopesar muy bien sus fortalezas y amenazas; sus oportunidades pero también los riesgos que se estarían asumiendo. Una y otra vez se nos dice por parte de los voceros del gobierno, que ante la estrechez del mercado interno, no nos queda otra salida que las exportaciones y que estas se dispararán con el TLC. De allí que se platee que el país no le debe dar más rodeos al asunto y debe, cuanto antes, precipitarse a firmarlo, a riesgo de que nos deje el tren. Dos afamados economistas, Francisco Rodríguez y Dani Rodrick, sostienen que “Encontramos muy poca evidencia que demuestre que políticas de apertura comercial(bajos aranceles y barreras arancelarias) estén significativamente asociadas con el crecimiento económico”. Así que recibamos con beneficio de inventario las palabras del embajador Moreno, cuando repite como papagayo que “…al avanzar en las negociaciones de los E. U, el país estará dando un paso seguro en el proceso de aumentar sus exportaciones, mejorar sus niveles de crecimiento y generar empleo”, no vaya a ser que yendo por lana terminemos trasquilados! El mismo DNP estima que la reducción de aranceles y de barreras de importación que se negociará en el TLC incrementaría las importaciones colombianas en un 12%, mientras que las exportaciones sólo lo harían en un pírrico 6.4%, con lo cual estaríamos reeditando lo acontecido desde comienzos de la década anterior, cuando merced a la atolondrada apertura terminamos aprisionados por los déficits gemelos, de la cuenta corriente de la balanza de pagos y de las finanzas públicas, de los que aún no nos hemos podido desembarazar.
Estamos en pañales
Cabe preguntarse, qué capacidad tiene el país actualmente de sacarle partida a un TLC o a su integración al ALCA. Ya vimos, que Colombia no está preparada para dar este paso, que puede resultar un salto al vacío[23]. Lo reconoció recientemente el Ministro de Comercio exterior, Jorge H Botero: “Para internacionalizar la economía, para optimizar ventajas competitivas, hay que producir cambios estructurales en el aparato productivo…En cualquier esquema, nuestra integración con los vecinos es fundamental”[24]. Ahora, se nos dice que “…La negociación permite recuperar el camino de las reformas estructurales que requiere nuestra economía para avanzar en su modernización y que por diversas razones se vieron truncadas en años recientes…”[25]. Como quien dice, embarquémosnos no importa cómo ni para dónde vamos, pues en el camino se emparejan las cargas.
Pero es que tropezamos con obstáculos insalvables a corto plazo, que no los vamos a sortear profundizando las vitandas reformas estructurales que no le han traído al país sino frustraciones. Producto de ellas ha sido la baja en el ingreso, la cual se ha traducido en la baja formación de ahorro(11.1%), que pretende suplirse con la inversión extranjera, la que a su vez cayó en el 11% en el 2001 y en el 19% en el 2002. De allí la baja formación de capital, que se refleja en una exigua participación de la inversión privada en el PIB, que pasó del 12% en 1994 a sólo el 7% en el 2001. Por su parte, la participación del sector industrial pasó del 17% en los 70 al 13.5% en el 2002. Tenemos el más bajo índice de exportación por habitante del continente; elk tope máximo lo alcanzamos en el año 2000 con US$306, para caer a US$272 en el 2002, contra un promedio de US$1.000. En República Dominicana, Uruguay, Jamaica, Chile, México y Costa Rica, fluctúa entre US$1.000 y US$2.000; Honduras, Ecuador, Paraguay, El Salvador y Argentina, entre US$400 y US$1.000. Sólo Brasil está por debajo de Colombia(US$250) y eso por que se ha volcado sobre su vasto mercado interno. Según Hernando José Gómez, Embajador de Colombia ante la OMC y Jefe coordinador del equipo negociador de Colombia, la participación de Colombia en las exportaciones mundiales en el 2002 fue de sólo el 0.2%, muy por debajo de México con el 2.5%, Brasil 0.9%, Argentina 0.5% y Chile con el 0.3%. Nuestras exportaciones representan a lo sumo el 14% del PIB y de ellas sólo el 35% son manufacturas y el 7% de alta tecnología. Como quien dice, estamos en pañales! Como lo afirma Manuel José Cárdenas, experto en el tema, “…con la oferta actual, apenas estamos en capacidad de arañar los beneficios del ATPDEAQ y, con mayor razón, diría yo, los que se consigan en el TLC, ALCA, CAN, y MERCOSUR. De nada nos servirá abrir mercados sino tenemos que exportar. Por eso es necesario poner un énfasis mucho mayor en las medidas internas y no limitarnos a la negociación de acuerdos comerciales. El futuro del crecimiento de la economía colombiana dependerá en gran medida de decisiones sobre reestructuración macro y microeconómica que incrementen la productividad y potencien la competitividad del país. Sin afanes debería elaborarse un ´libro blanco´ que señale el rumbo a seguir”[26]
La suerte esta echada
Es decir, que Colombia no ha mostrado históricamente una vocación exportadora y no la tendrá mientras no se produzca un cambio del modelo económico que la tiene condenada a servir de mascota del Tio Sam. En ello es que debería estar pensando la ANDI y el propio gobierno; máxime cuando seguimos exportando bajo valor agregado y, peor aún exportando importaciones pues “La demolición que permitimos durante la última década en la industria de bienes intermedios complicó la integración competitiva de la producción local”[27]. A no ser, que aceptemos como cierto el teorema de Hommes, que a la letra dice que “El mayor beneficio del comercio proviene de las importaciones y no de las exportaciones, como nos han acostumbrado a pensar equivocadamente los mercantilistas criollos”. El ha pretendido enmendarle la plana, nada menos que a Lincoln, quien afirmó sentenciosamente: “No sé demasiado acerca de los aranceles, pero lo que sí sé muy bien es que, cuando compramos bienes manufacturados a los extranjeros nosotros nos quedamos con los productos y ellos con el dinero. Cuando compramos productos nacionales nos quedamos con ambas cosas”. Muy seguramente Abrahan Lincoln tomó esta cita de uno de los tomos de las obras escogidas de Perogrullo.
Por todo ello y mucho más, ante tanta algarabía provocada por el anuncio de Robert Zoellick, Representante Comercial de los E.U, de la intención de los E.U de iniciar en firme una negociación de un TLC, no puede uno menos que evocar aquellos tiempos de bárbaras naciones, cuando en el Imperio romano, al ser llevados sus victimas para ser arrojados a las fieras del circo, estos exclamaban ante el Emperador: Ave césar, los que vamos a morir te saludan!
* Amylkar D. Acosta Medina es Presidente de la Sociedad Colombiana de Economistas
(Bogotá, diciembre 3 de 2003)
[1] El Espectador. Noviembre, 30 de 2003
[2] El Tiempo. Noviembre, 19 de 2003
[3] Ver: Amylkar D. Acosta M. Mirar al sur. Junio, 30 de 2003
[4] El Tiempo. Noviembre, 23 de 2003
[5] El Tiempo. Nov., 20 de 2003
[6] Portafolio. Diciembre, 1 de 2003
[7] El Tiempo. Diciembre, 3 de 2003
[8] El Tiempo. Noviembre, 23 de 2003
[9] Idem
[10] El Tiempo. Noviembre, 16 de 2003
[11] Portafolio. Noviembre, 19 de 2003
[12] El Tiempo. Diciembre, 1 de 2003
[13] La República. Noviembre, 18 de 2003
[14] Ver: Amylkar D. Acosta M. De Doha a Cancún. Noviembre, 15 de 2003
[15] Portafolio. Noviembre, 18 de 2003
[16] ANIF. Informe Semanal. Noviembre, 24 de 2003
[17] El Tiempo. Editorial. Noviembre, 20 de 2003
[18] Revista Dinero. Noviembre, 14 de 2003
[19] Idem
[20] Semana. Hernando Gómez Buendía. Noviembre, 24 de 2003
[21] Ministerio de Agricultura y Desarrollo rural. Octubre de 2003
[22] El Tiempo. Editorial. Octubre, 9 de 2003
[23] Ver: Amylkar D. Acosta Medina. ALCA/TLC: oportunidades y amenazas. Septiembre, 12 de 2003
[24] El Tiempo. Diciembre 1 de 2003
[25] ANIF. Informe Semanal. Noviembre, 24 de 2003
[26] Portafolio. Diciembre, 2 de 2003
[27] Portafolio. Juan Alfredo Pinto, Presidente de ACOPI. Noviembre, 24 de 2003
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