En mayo de 2007, una nueva primavera

25/05/2007
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Hace dos semanas los estudiantes de las universidades públicas de Bogotá protagonizaron una movilización muy significativa, como hacía mucho tiempo no se registraba en el país. La trascendencia de dichas marchas tiene que ver con algunas de sus características y con la situación en que ellas acontecen. La semana anterior se repitieron demostraciones más localizadas para preparar, en conjunción con otras fuerzas sociales, una jornada de movilizaciones y una gran concentración en la Plaza de Bolívar en Bogotá, la que se realizó el pasado miércoles 23, con un éxito indudable. Jornada, que además, cubrió todo el país con expresiones similares en casi todas las capitales de departamento. Los estudiantes de nuevo se dejan sentir como un sector social sensible y con capacidad de organizar demostraciones públicas para llamar la atención al resto de la sociedad sobre problemas acuciantes. Una movilización masiva de los universitarios, capaz de convertirse en un hecho social y político en el país, saca la protesta estudiantil de la expresión radical, minoritaria y violenta, que normalmente se deja sentir de cuando en cuando, en fechas o frente a acontecimientos de indudable importancia o significación, y que termina con el planteamiento de un escenario entre los estudiantes y policías como enemigos históricos. Además porque lograron aislar de la movilización a los sectores violentos y vandálicos que dejan mal parados los propósitos de estas demostraciones masivas.

Ahora el motivo de la protesta, estudiantil es el artículo 38 de la Ley del Plan de Desarrollo sobre las entidades encargadas del pago de las pensiones en el sector de las universidades públicas. Parte de dichas pensiones deben ser asumidas con los presupuestos ordinarios de dichas instituciones, lo que genera el temor fundado, de un alza de matrículas en las universidades públicas, y la imposibilidad para muchos sectores de bajos ingresos para acceder a la educación superior. El gobierno en su pragmatismo financiero, sigue siendo capaz de imponer cargas a otros, que no se impone a sí mismo, para lo cual no se detiene en consideraciones sociales alrededor de las medidas que toma. También se protestó por el proyecto de reforma constitucional donde se fijaría el marco general del sistema de transferencias de recursos del sector central del Estado a las entidades territoriales. Esto dado que en diciembre próximo vence la vigencia de la norma que sobre la materia se introdujo en la Constitución en el año 2001, norma que había dejado sin vigencia, de manera transitoria, el esquema aprobado en la Asamblea Nacional Constituyente de 1991. De aprobarse la nueva norma, las entidades territoriales no participarían del crecimiento de los ingresos corrientes de la nación en la misma proporción en que esto llegue a darse. Una vez más el gobierno del presidente Uribe aplica su consabida fórmula de recortarle a otros. Ya algunas alcaldías han anunciado el cierre de algunos programas sociales si se recortan las transferencias.

Otro hecho significativo ha sido el número de estudiantes movilizados en la marcha del 10 de mayo, y luego, el 23, la cantidad enorme de personas movilizadas junto con los demás sectores. No fue asunto de poca monta, tanto que mereció una estrategia del Gobierno para demeritar el significado de las marchas. De un lado la calificó como unas movilizaciones con un interés electoral central, dado la cercanía de las elecciones territoriales del próximo mes de octubre. Este señalamiento, de buen recibo en la galería uribista, brinda mantenimiento a la descalificación a priori e irreflexiva de cualquier acto contrario a las políticas del Presidente que se da en estos sectores afectos a la figura presidencial y sus políticas de derecha. Que aparezcan un partido político y personajes de la izquierda democrática acompañando y promoviendo estas movilizaciones pacíficas y llenas de motivos, es totalmente legítima y hace parte de las mejores tradiciones de la izquierda, muchos de cuyos partidos en la historia universal se han construido en el marco de movilizaciones sociales. De otro lado se buscó restar significado a las demostraciones públicas, exhibiendo de manera reiterada a estudiantes de secundaría dentro de las marchas que no lograban explicar muy bien el lío de las transferencias. Seguramente tampoco la galería del Presidente está en capacidad, ni quiere apreciar las dificultades de expresión propias de esa que normalmente se acompaña de una gran sensibilidad frente a un problema bien explicado en su momento.

Al principio del mandato del presidente Uribe muchos analistas hicieron alusión a un ambiente de unanimismo alrededor de las políticas y la figura del líder del gobierno. Tal unanimismo nunca ha existido, en medio de las amplias mayorías de que siempre gozó el Presidente, la oposición política, muchos movimientos sociales y la inteligencia del país han mantenido una distancia crítica y muchas veces pugnaz. Ahora tales sectores quieren hacerse ver en las calles frente a políticas concretas que significan menoscabo a derechos y al propósito de construir en Colombia un Estado Social de derecho.

Las movilizaciones prometen fortalecer a la movilización misma, y a la oposición, quién puede mostrar apoyos sociales a sus posturas, ellas resultan, además, bastantes oportunas para mostrar a la opinión pública internacional y a agentes políticos externos, en momentos de distancia crítica, el carácter del gobierno y sus políticas y que no es cierto que las tenga todas a nivel interno. Tampoco son desdeñables como un esfuerzo por tocar la conciencia social de muchos sectores de la población que apoyan al Presidente por temor a la atrocidad de las guerrillas y los paramilitares, a quienes en apariencia tiene bajo control. Las marchas expresaron también la vitalidad juvenil de siempre, esta vez con esfuerzos importantes de performance, una de ellas convirtió las sombrillas para protegerse de las lluvias de mayo en utilería teatral para ridiculizar las armas y la guerra. Al ver marchar los jóvenes en esta Colombia herida podemos decir que renace la esperanza.


Nelson Socha M.
Abogado miembro del equipo de Viva la Ciudadanía

Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas Nº 63
Corporación Viva la Ciudadanía.

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